Introducción
El libro de René Kaës es un texto denso y riguroso, redactado en un estilo claro y que da prueba de una maestría poco común del pensamiento psicoanalítico. Delimita la cuestión del complejo fraterno desde una perspectiva original, diferente de la perspectiva clásica. Renueva la problemática mostrando la especificidad del complejo fraterno que, en el pensamiento freudiano, se conforma con el complejo de Edipo.
Desde una perspectiva histórica, señala la importancia de la cuestión de lo fraterno que, estos últimos años, fue objeto de estudio en el campo de investigación de las ciencias humanas. Este interés, subraya René Kaës, se manifiesta en el momento en el que la civilización occidental conoce transformaciones de estructura que afectan la organización social y lo que, psíquicamente, está en juego en los vínculos familiares.
Los sociólogos y los psicoanalistas no dejan de hablarnos de la crisis de la paternidad: el poder paterno, la función paterna están en declive, lo que no puede sino transformar la estructura nuclear de la familia. Somos testigos de las transformaciones sucesivas que conoció la configuración familiar con la aparición de las familias adoptivas, monoparentales o recompuestas. Todos estos cambios no pueden sino afectar los vínculos fraternos. Pero la cuestión de lo fraterno esta también ligada al advenimiento de las instituciones democráticas, ellas mismas nacidas de la Revolución francesa. Conlleva, sin embargo, “la marca de un conflicto originario irresoluto entre las exigencias del orden paterno y las del orden fraterno”. Concedemos al primero el privilegio de permitir “el acceso a las obras de simbolización mientras que el segundo solicita las regresiones imaginarias del autoengendramiento y la ilusión de las autarquías psíquicas y sociales”[1]. Esta oposición es discutible, sin embargo, en la medida en que desconoce la violencia y la ilusión de las que ambos órdenes son la fuente; la exclusividad de un orden sobre el otro no haría sino aumentar esa violencia. Kaës destaca que esta cuestión se constituye de modo diferente según que esté planteada “como denegación de lo paterno y recurso al poder de lo materno o bien como superación de la ambivalencia con respecto a las figuras paternas y afirmación de valores propios del vínculo fraterno”[2].
Pero ¿cuál es la perspectiva desde la que Kaës enfoca el complejo fraterno? ¿Qué tiene de innovador, que falta a la perspectiva clásica?
La perspectiva grupal
Su enfoque es grupal. El grupo constituye un paradigma metodológicoque hace posible el análisis de conjuntos intersubjetivos y la emergencia de formaciones y procesos psíquicos inconscientes específicos, inaccesibles de otro modo. ¿Se articula este enfoque con el psicoanálisis tal y como Freud lo definió?
René Kaës muestra, apoyándose en tres textos freudianos fundadores, como se elabora en el pensamiento freudiano la superación de la oposición entre el individuo y el grupo.
En Tótem y tabú propone la hipótesis de una psique de masa. En Introducción del narcisismo, Freud muestra queel sujeto no solo está dividido interiormente sino también entre la doble necesidad en cuanto es fin para sí mismo y eslabón dentro de una cadena de la cual es tributario contra su voluntad o, al menos, sin que medie esta[3], pero que debe servir y con cuyo beneficio puede contar. Kaës hace destacar que esta doble división, Freud la formula con particular nitidez después de Tótem y tabú cuando enfoca la cuestión del narcisismo. Opone al estatuto narcisista del sujeto el estatuto del sujeto de la intersubjetividad, vinculándolos ambos en el lugar de apuntalamiento del narcisismo sobre aquel de la generación que precede y en torno a la transmisión al infans de los sueños de deseos irrealizados de los padres que él debe cumplir[4].
En la introducción de Psicología de las masas y análisis de yo, Freud afirma que “en la vida anímica del individuo, el otro cuenta, con total regularidad, como modelo, como objeto, como auxiliar y como enemigo, y por eso desde el comienzo mismo la psicología individual es simultáneamente psicología social en este sentido más lato, pero enteramente legitimo[5]”. Kaës comenta este pasaje señalando que si admitimos que lo que afirma Freud del individuo caracteriza más aun al sujeto, entonces este texto constituye uno de los enunciados fundadores de un enfoque intersubjetivo del sujeto, al mismo tiempo que la hipótesis según la cual “el conjunto de los otros construyen juntos una Gruppenpsyche[6]”.
Los comentarios de Kaës ponen énfasis en el orden intersubjetivo y el enfoque intersubjetivo. Para comprender la perspectiva grupal, la noción de intersubjetividad es imprescindible. El grupo es una estructura intersubjetiva; es la forma que toma una organización de vínculos intersubjetivos “entre sujetos del inconsciente de tal modo que sus relaciones producen formaciones y procesos psíquicos específicos[7]”.
Pero ¿qué entiende Kaës por intersubjetividad? ¿Cómo la define?
La intersubjetividad
Precisa Kaës que utiliza el término en su contexto y su sentido europeos. Esta noción se construye a partir de dos dimensiones: la primera consiste en establecer al sujeto del inconsciente como sujeto del vínculo; la segunda supone que el espacio intersubjetivo común, compartido e impuesto está constituido por formaciones psíquicas propias, constitutivas de una realidad psíquica inconsciente específica. “El sujeto, escribe Kaës, se constituye como sujeto del inconsciente en la intersubjetividad”.
Descarta una concepción de la intersubjetividad que se reduzca a un simple régimen de interacciones vinculadas con comportamientos entre dos individuos que comunican sus sentimientos de un modo empático, pues quedaríamos entonces a un nivel puramente consciente.
Su concepción radica en la experiencia y en el espacio de la realidad psíquica que se especifica por las relaciones de estos individuos como sujetos en tanto son sujetos del inconsciente. “La intersubjetividad es aquello que comparten esos sujetos formados y vinculados entre ellos por sus sujeciones [assujettissement] recíprocas – estructurantes o alienantes – a mecanismos constitutivos del inconsciente: las represiones y las renegaciones en común, las fantasías y los significantes compartidos, los deseos inconscientes y las prohibiciones fundamentales que los organizan[8]” escribe René Kaës.
El inconsciente del sujeto esta forjado y mantenido por los vínculos intersubjetivos que le preceden en el grupo familiar primario, por las alianzas inconscientes que allí se entablan y cuya función es mantener esos vínculos en los espacios psíquicos que el sujeto comparte con más de un otro. “Eso quiere decir, escribe Kaës, que la cuestión de la intersubjetividad consiste en reconocer y articular dos espacios psíquicos parcialmente heterogéneos dotados cada uno de lógicas propias[9].” Es este el encuadre teórico que permite pensar el complejo fraterno en su especificidad. Los hermanos constituyen un grupo que se construye y funciona como un espacio psíquico común y compartido. Cada uno de sus miembros esta dividido entre la necesidad de abandonar una parte de sus identificaciones, de sus pensamientos y de sus ideales, condición del mantenimiento del grupo y de su vínculo a la hermandad, por un lado, y por otro la exigencia de conservar un espacio subjetivo propio.
¿Qué ha impedido en el pensamiento psicoanalítico el pleno reconocimiento de la especificidad del complejo fraterno?
Cuatro tipos de obstáculos que alimentan el efecto de resistencia a pensar la especificidad del complejo fraterno
René Kaës identifica cuatro tipos de obstáculos que han podido conjugarse para reforzar los efectos de la resistencia frente al complejo fraterno.
El primer obstáculo es de orden axiomático y está vinculado al carácter fundador del complejo de Edipo. Si es cierto que todos los otros complejos (complejo de castración y complejos intersubjetivos) derivan de la estructura edípica, la afirmación de la especificidad del complejo fraterno cuestionaría el carácter estructurante del complejo nuclear. La configuración que Freud privilegio y que los demás analistas adoptaron consiste en considerar las relaciones fraternas como un simple desplazamiento del complejo de Edipo, o dicho de otro modo, en reducir el complejo fraterno a la estructura edípica.
El segundo obstáculo es de orden epistemológico. Dos distinciones son necesarias para la construcción del complejo fraterno. Primero, el carácter nuclear y fundador del complejo de Edipo no significa que asume todos los otros complejos que contribuyen a la formación de la psique ni que estos últimos se subordinan a él; eso lo transformaría en un obstáculo a pensar la especificidad del complejo fraterno. Segundo, René Kaës distingue específicamente entre dos niveles de análisis, el del complejo fraterno y el de los vínculos fraternos. Subraya que una especificidad del complejo fraterno consiste en que su existencia y su consistencia son independientes de los vínculos fraternos; “no corresponde necesariamente a la existencia real de los vínculos fraternos”. El análisis de los sujetos que fueron hijos únicos lo muestra. Ésta distinción permite a Kaës sostener la tesis siguiente: “el complejo fraterno es uno de los organizadores psíquicos inconscientes del vinculo: de familia, de pareja, de grupo[10].”
¿Qué entiende René Kaës por vínculo? ¿Qué relación tiene con la relación de objeto? ¿Como se articula a ella? En su libro Les théories psychanalytiques de groupe[11], Kaës recuerda una distinción de Enrique Pichon-Rivière que en Teoría del vínculo escribe: “Tenemos así dos campos psicológicos en el vínculo: un campo interno y un campo externo. Sabemos que hay objetos externos y objetos internos.” Según Kaës, Pichon-Rivière define la relación de objeto como “la forma particular que tiene el yo de relacionarse con la imagen de un objeto colocado dentro de uno[12]”. Se trata de “una estructura dinámica en continuo movimiento, que funciona accionada o movida por factores instintivos, por motivaciones psicológicas[13]”. La relación de objeto es la estructura interna del vínculo. Lo que queda por articular, precisa Kaës, es como la relación de objeto es un componente del vínculo y subraya, en ese sentido, la diferencia entre este último y relación de objeto: “en el vínculo, tratamos con otro. Esos otros no son sólo figuraciones o representantes de las pulsiones, objetos parciales, representaciones de cosa o de palabra, del sujeto mismo; son otros, irreductibles a lo que representan para un otro[14].”. Yo diría que, en el vinculo intersubjetivo, hay un suplementoque hace que el otro sea irreductible a la representación que tengo de él, mientras que en la relación de objeto, el objeto “esta siempre más o menos marcado por el imaginario” René Kaës concluye que “las teorías de la relación de objeto no son pues teorías de la intersubjetividad, pero están incluidas en esta últimas[15]”.
Podemos sostener, por un lado, que todo vínculo que los sujetos entablan entre ellos integra las relaciones entre sus fantasmas, sus imagos, sus relaciones de objeto, sus identificaciones, sus mecanismos de defensa; por el otro, que, para hacer vínculo entre ellos, los sujetos de un conjunto intersubjetivo construyen alianzas inconscientes que son formaciones psíquicas comunes y compartidas. Mantienen junto el espacio de la realidad psíquica del vínculo. Como lo precisa René Kaës: “He propuesto el concepto de alianzas inconscientes para rendir cuenta de la génesis y de los efectos del inconsciente en las formaciones y los procesos del vínculo[16].”
Un análisis fundado exclusivamente sobre la dinámica, la economía y la tópica intrapsíquicas aparece actualmente insuficiente para pensar el desarrollo psicosexual; exige el complemento de una clínica y una metapsicología intersubjetivas. Semejante propuesta inscribe “los efectos de la intersubjetividad en la estructura de la psique, en la formación misma del inconsciente y en el proceso de la subjetivación[17]”.
El tercer obstáculo es de orden metodológico. Freud estableció las bases de una metapsicología intersubjetiva pero no la doto del dispositivo metodológico correspondiente; su enfoque se limito a una pura especulación. La practica psicoanalítica de los grupos, las psicoterapias de familia y de pareja constituyen dispositivos metodológicos que favorecen el análisis del complejo fraterno y de los vínculos fraternos. Permiten poner a prueba las hipótesis especulativas que Freud plantea, por ejemplo, en Tótem y tabú con respecto al pacto fraterno originario. Esas practicas permitieron ante todo “comprender como ese complejo contribuye a organizar los vínculos intersubjetivos[18]”.
El cuarto obstáculo es de naturaleza institucional. Una vez el obstáculo axiomático reconocido y los obstáculos epistemológico y metodológico superados en la medida en que las perspectivas de una metapsicología de la intersubjetividad se encuentran puestas a prueba y que los dispositivos metodológicos apropiados han sido establecidos. ¿Qué impide el reconocimiento de la especificidad del complejo fraterno?
Lo que esos nuevos dispositivos nos han enseñado sobre el complejo fraterno, los vínculos fraternos y sus relaciones, nos permite actualmente “interrogar los efectos del complejo fraterno en la fundación (es decir en lo reprimido, lo clivado, lo encriptado) y en el desarrollo de la institución psicoanalítica”. Para René Kaës, “el grupo de los primeros analistas fue forjado por este organizador intersubjetivo conjuntamente con los efectos del complejo de Edipo[19]”. Sostiene la prevalencia del primero sobre el segundo.
Entre las hipótesis formuladas , Kaës retiene especialmente la siguiente: “ (…) el eclipse relativo de la especificidad del complejo fraterno es inteligible si se admite que la investigación sobre el inconsciente colocaba entonces, y coloca aun hoy, cada psicoanalista en una relación de rivalidad con los otros vis-a-vis el “corpus” imaginario materno del conocimiento del inconsciente[20]..”
Complejo de Edipo y complejo fraterno
“Si el complejo fraterno no se reduce a no ser sino el desplazamiento, la derivación o la fijación de apuestas edípicas, ¿en qué consiste?” se pregunta Kaës. Responder a esta pregunta requiere definir el concepto de complejo lo que nos permitirá determinar las condiciones que autorizan pensar el concepto de complejo fraterno distinguiéndolo de la noción de vínculo fraterno y de las relaciones características de la hermandad.
El complejo es “un conjunto organizado de representaciones y de investiduras inconscientes, está constituido de los fantasmas y de las relaciones intersubjetivas en las cuales la persona toma su lugar de sujeto deseante con respecto a otros sujetos deseantes[21]”. Se considera el complejo como una estructura que se inscribe en una organización intrapsíquica triangular: los elementos que constituyen la estructura se definen por la relación privilegiada que entablan con los demás elementos pero también – y eso es esencial – por la relación de la cual están excluidos.
¿Por qué es esencial? Porque es necesario tomar en consideración lo negativo o la no relación como una dimensión del complejo y la forma en la que está representada.
Los materiales que constituyen psíquicamente el complejo son diversos: fantasmas, investiduras pulsionales, modelos de objetos y de relaciones de objeto, identificaciones, imagos, mecanismos de defensa.
Esta definición se aplica tanto al complejo de Edipo como al complejo fraterno. El complejo de Edipo es, en efecto, una organización intrapsíquica triangular estructurada por los deseos amorosos y hostiles que el niño siente hacia los padres. Sus modalidades son diferentes para el niño y la niña, sus formas son diversas, positiva y negativa. Freud enfatizó además el hecho que el complejo trasciende la historia y la vivencia individuales. “(…) la prohibición del incesto vincula la ley a la emergencia del deseo distribuyendo las relaciones de diferencia entre los sexos y las generaciones, y por ahí asegura conjunta y correlativamente la transmisión de los encuadres simbólicos de la vida psíquica y la instancia de la cultura.
Esta propuesta fundamental es una constante del psicoanálisis: es el tema profundo de Totem y tabú[22].” En cuanto al complejo fraterno, podemos igualmente definirlo como “una organización intrapsíquica triangular de los deseos amorosos, narcisistas y objetales, del odio y de la agresión frente a ese “otro” que un sujeto se reconoce como hermano o como hermana[23]”. El sujeto tiene una representación inconsciente “de los emplazamientos correlativos que él mismo, el “hermano” o la “hermana” y el termino tercio que los une en la conflictividad propia de ese complejo” ocupan. La estructura de la relaciones intrapsíquicas que el complejo fraterno va a inscribir en la psique se organiza desde esa representación. Esta última se manifiesta “en el fantasma de una acción psíquica interna en la cual el “hermano” y la “hermana” son los actores[24]”.
Ese fantasma tiene varias versiones: la del incesto es un componente del complejo fraterno “porque el doble bisexual interno es el objeto de un deseo universal. Todos los seres humanos están trabajados por el fantasma de incesto fraterno como lo están por el fantasma de incesto con los padres[25]”.
En su forma arcaica, la conflictividad del complejo fraterno “toma la forma radical del antagonismo entre la vida y la muerte, entre la autoconservación y la afirmación narcisista fálica por un lado y la destrucción de objetos parciales del otro[26]”.
En su forma preedípica, la conflictividad se organiza alrededor de polos antagónicos y de triángulos, preedípico (Lacan) y de rivalidad (Laplanche).
Jacques Lacan fue el primero en llamar la atención sobre la especificidad del complejo fraterno que él teoriza como el complejo del intruso; este último es la forma arcaica de la relación al otro. El destino ulterior del intruso será transformarse en rival para, finalmente, ser reconocido como un igual a si mismo. Pero Lacan introduce igualmente la noción de triángulo preedípico con respecto al análisis de Juanito y a la posición de Leonardo frente a su madre. Ese triángulo designa la relación madre-niño-falo donde este último representa, para el niño, el objeto fantasmático del deseo de la madre en un plano imaginario. El niño se sitúa en función de ese objeto con el que se identifica. “En el triángulo preedípico, el rival es el objeto parcial concurrente del niño, es otra “cosa pequeña” como un hermanito o una hermanita o todo otro objeto que tenga el valor de transposición en las ecuaciones de las pulsiones parciales. El padre (parcial) puede, pues, ser el rival, y el niño lo identifica como pudiendo pertenecer a la misma categoría que el hermano[27].”
Jean Laplanche va a precisar los rasgos que distinguen el complejo fraterno del triangulo edípico. En su comentario del artículo de Freud sobre el fantasma Pegan a un niño, en Vida y muerte en psicoanálisis, Laplanche muestra como Freud encara la dimensión edípica de modo oblicuo. “Desde el punto de vista pulsional, escribe Laplanche, lo que figura en primer plano, no es la relación erótica sino la relación de ternura; pero, sobre todo, en la estructura (de ese fantasma), el triángulo en cuestión no es el triángulo edípico: ego- (niña) – padre-madre, sino el triángulo rival designado, en otras ocasiones, como complejo fraterno: ego-padres-hermano o hermana[28].” Laplanche señala que el triángulo rival no debe considerarse como cronológicamente anterior al triángulo edípico. Como Lacan, lo encara en términos de estructura, y la estructura hace la diferencia: “los objetos, las imagos y las apuestas de la rivalidad, las identificaciones y las prohibiciones no son las mismas en el triángulo rival y en el triángulo edípico. El triángulo rival no se sobrepone al triángulo edípico, lo prefigura o lo reconfigura[29]” escribe René Kaës.
Se pueden representar los dos complejos según dos ejes de la estructuración de la psique. El eje vertical sería el de Edipo cuyas diferentes formas hacen variar el amor y el odio hacia los padres; ellas “anudan sexualidad y generatividad, diferencia de sexos y diferencia de generaciones[30]”. Ese complejo se arraiga en una dimensión transgeneracional. El eje horizontal es el del complejo fraterno que hace igualmente variar las diferentes formas de amor y de odio pero hacia el semejante contemporáneo, vivido como intruso, familiar, otro, y con quien las relaciones van a permitir experiencias distintas de aquellas que generan las relaciones con los padres. “Esos dos ejes se cruzan, se combaten, se atraen el uno al otro, a veces se conforman el uno con el otro, pero ninguno puede existir plenamente sin el otro[31].”
Herencia, fantasma del heredero privilegiado y trabajo de la herencia
Quisiera a título de ilustración clínica, retomar algunas ideas del análisis que hace Kaës del carácter simbólico de la herencia y del trabajo de la herencia. Se trata de mostrar cómo el complejo fraterno se manifiesta en la familia en el momento de la muerte de los padres. “Los hijos son herederos y la apuesta de la transmisión es lo que está narcisisticamente en juego[32]“afirma René Kaës.
La muerte de los padres es siempre una puesta a prueba del lugar que cada hijo o hija ocupa en su amor, del estatuto que estos padres le conceden. Podemos ver los testamentos no sólo como “actos jurídicos que regulan la transmisión de los bienes de una generación a la siguiente” sino como testimonio de amor o de odio hacia los herederos. Son documentos que tienen un valor psíquico que sanciona el amor de los padres: “Existen testamentos de reconocimiento, testamentos de apaciguamiento, pero también testamentos de exclusión, testamentos-veneno. Ocurre que los padres, o uno de los padres, actúen su violencia contra sus hijos[33]” escribe Kaës. Pero la puesta a prueba afecta también el grupo de los hermanos, y su componente exogámico, señala nuestro autor, es una dimensión decisiva: los cuñados y cuñadas, los compañeros y compañeras desempeñan su rol de modo activo o pasivo “en la medida en que la herencia es la ocasión de una removilización de lo que está en juego en las elecciones de objeto amoroso fuera de la familia[34]”.
El reparto de los objetos y de los bienes no es sólo material sin otro tipo de alcance o de significación; se inscribe en la dinámica y en la economía psíquicas de los vínculos familiares y especialmente de los vínculos entre los hermanos y hermanas fomentando, muy a menudo, fantasías y escenarios que traducen no sólo los miedos de cada uno sino la envidia, los celos y también el amor que organizan la dinámica fraterna. La muerte de los padres pone de manifiesto lo que constituye la apuesta mayor de vínculo fraterno: el reparto. Lo que constituye y al mismo tiempo divide ese vinculo es el hecho de tener los mismos padres, y, primero, la misma madre que compartir, aun si hermanos y hermanas no conocieron a la misma persona: “el reparto es el rasgo especifico de la comunidad de hermanos y hermanas, y es también la fuente de sus desgarramientos[35].” La dimensión principal del trabajo de duelo que los hermanos deben realizar a la muerte de los padres es “el reparto del amor con el de los objetos que llevan su huella y su testimonio[36]”.
Un fantasma que pone de relieve el componente narcisista de la herencia es el fantasma del heredero privilegiado. ¿Qué entiende Kaës por ello? Que en ciertas familias por razones que dependen de los padres y de la investidura particular que hacen de alguno de sus hijos o del niño mismo, un hijo o una hija terminan considerándose como solo heredero legítimo. El correlato es el fantasma que los demás, hermanos y hermanas, son ilegítimos.
¿Qué se esconde bajo ese fantasma del heredero privilegiado?
“Un fantasma originario de escena primaria, escena que el hijo «legítimo» controla de un modo omnipotente, y un fantasma de asesinato de los hermanos y hermanas que obstaculizan su deseo de ser el niño único y que debieran haber muerto en lugar del pariente desaparecido[37].” Es curioso observar que ese heredero privilegiado no es aquel que se mantuvo por ejemplo muy cerca de los padres o que se ocupo de ellos durante su vejez o su enfermedad. Es más bien aquel que descalifica a sus hermanos y hermanas que cuidaron a sus padres enfermos y se encargaron de la organización de su sepultura. El que reivindica ese estatuto de heredero privilegiado piensa que él hubiese cuidado a sus padres mejor que sus hermanos. Vive la muerte de uno de sus padres como si fuese una injusticia de la que los hermanos son responsables, aunque él no hubiese sido capaz de evitar esa muerte. Es a menudo aquel hermano o aquella hermana que estuvo muy cerca de los padres enfermos y que les dio los cuidados requeridos a quien el heredero único acusa.
El retorno de la envidia, del odio y de los celos a la muerte de los padres pone en peligro el pacto fraterno, esa formación común y compartida cuyo objetivo es impedir el retorno de la rivalidad y de las ansias de muerte en el triangulo preedípico Se inscribe también en el triangulo edípico. Permite controlar las coaliciones en la hermandad y construir una identidad fraterna frente a los padres[38]”.
Finalmente, a la muerte de los padres, los hijos tienen que hacer el trabajo psíquico de la herencia que forma parte del trabajo de duelo. Constituye un momento crucial del proceso de transmisión de la vida psíquica entre generaciones. “Ese trabajo concierne la perdida de los padres comunes y el reparto del origen y de los objetos de amor[39].”
Este trabajo consta de dos polos, el uno narcisista y el otro objetal; el primero concierne el reparto de los orígenes, el segundo el de los objetos de amor. Cada uno hereda a la vez una parte del origen y una parte del amor de los padres, y uno tiene que compartirlas con los demás.
Conclusión
Este trabajo constituye un esbozo tanto de la configuración y de la especificidad del complejo fraterno como de lo que le distingue del complejo de Edipo. Sin embargo, esta distinción no significa que son independientes el uno del otro. Al contrario, René Kaës sostiene la propuesta de su complementariedad. Hace destacar en las primeras páginas de su libro que desde hace años viene sosteniendo la siguiente tesis: el complejo fraterno es un complejo en el sentido pleno de la palabra tal y como el psicoanálisis lo ha definido formulando su estructura y su función en el espacio psíquico del sujeto del inconsciente.
Si me limité en esta presentación del libro a trazar la sola configuración del complejo fraterno, los contenidos y los procesos psíquicos que lo especifican « como una organización fundamental de la vida psíquica humana» son ampliamente analizados por el autor a través de casos clínicos que expone de manera detallada, que analiza con mucho esmero y que evoca varias veces en diferentes contextos.
Los casos analizados son la mayoría de las veces casos de cura individual, vale enfatizarlo porque muy a menudo se confunde a Kaës con un psicoanalista que solo trabaja con grupos. Si René Kaës es indudablemente un fundador fecundo e innovador en el plano grupal, es también un analista que ejerce en consultorio privado con pacientes que desean una cura individual.
Mencionaré a Yseult y a Pierre-Paul, dos pacientes que le acompañan a lo largo de su reflexión sobre el complejo fraterno y que nos incitan a reflexionar con él.
No puedo terminar este trabajo sin destacar, en la perspectiva grupal que es la suya, la reflexión del último capitulo del libro sobre el complejo fraterno como « organizador de los vínculos de grupo», capítulo que se apoya sobre una secuencia clínica de un grupo de psicodrama. « Se concederá un lugar central [en ese capitulo], escribe Kaës, a las manifestaciones de la envidia y de los celos en la medida en que, herederas del complejo fraterno, ocupan una parte importante de las posiciones subjetivas y de los conflictos intersubjetivos en los grupos, y podemos añadir en las instituciones[40].» ¡Reflexión muy pertinente que invita a los analistas a interrogarse sobre los conflictos que, a menudo, desgarran sus instituciones!
Le complexe fraternel es un libro que debería ser el compañero de todo psicoanalista preocupado por articular « a una lógica de los procesos y de las formaciones internas, […] una lógica de las correlaciones de subjetividades, una lógica de la conjunción y de la disyunción[41]» que podría enunciarse del siguiente modo : «No el uno sin el otro y sin el conjunto que los constituye y los contiene; el uno sin el otro pero en el conjunto que los reúne[42]»
David Benhaim
David Benhaim, psicoanalista miembro de la Asociación Internacional de Psicoanálisis de Familia y Pareja (AIPFC), Montreal, Canadá.
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Notas
[1]«El acceso a las obras de simbolización mientras que el segundo solicita las regresiones imaginarias del autoengendramiento y la ilusión de las autarquías psíquicas y sociales»
René Kaës (2008) Le complexe fraternel, Dunod, pág.2
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[2]«Como denegación de lo paterno y recurso al poder de lo materno o bien como superación de la ambivalencia con respecto a las figuras paternas y afirmación de valores propios del vínculo fraterno»
Ibíd., pág.3
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[3]En cuanto es fin para sí mismo y eslabón dentro de una cadena de la cual es tributario contra su voluntad o, al menos, sin que medie esta
Freud S., (1914 [1992]) Introducción del narcisismo in Obras completas, tomo XIV, pág. 76
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[4]«Infans de los sueños de deseos irrealizados de los padres que él debe cumplir.»
Ibid., pág. 88
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[5]«en la vida anímica del individuo, el otro cuenta, con total regularidad, como modelo, como objeto, como auxiliar y como enemigo, y por eso desde el comienzo mismo la psicología individual es simultáneamente psicología social en este sentido más lato, pero enteramente legitimo»
Freud S., (1921 [1992]) Psicología de las masas y análisis del yo in Obras completas, tomo XVIII, Pág. 67
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[6]«El conjunto de los otros construyen juntos una Gruppenpsyche «
Kaës René (2007) Un singulier pluriel, Dunod, pág. 12
[volver]
[7]«Entre sujetos del inconsciente de tal modo que sus relaciones producen formaciones y procesos psíquicos específicos
Kaës René (1999)»Les théories psychanalytiques de groupe, Paris, Que sais-je? PUF, pág. 12
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[8]«La intersubjetividad es aquello que comparten esos sujetos formados y vinculados entre ellos por sus sujeciones [assujettissement] recíprocas – estructurantes o alienantes – a mecanismos constitutivos del inconsciente: las represiones y las renegaciones en común, las fantasías y los significantes compartidos, los deseos inconscientes y las prohibiciones fundamentales que los organizan»
Kaës René (2008) Le complexe fraternel, Dunod, pág. 141, note 1
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[9]«Eso quiere decir, escribe Kaës, que la cuestión de la intersubjetividad consiste en reconocer y articular dos espacios psíquicos parcialmente heterogéneos dotados cada uno de lógicas propias»
Un singulier pluriel, pág. 8
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[10]«El complejo fraterno es uno de los organizadores psíquicos inconscientes del vinculo: de familia, de pareja, de grupo»
Le complexe fraternel, pág.28
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[11]Les théories psychanalytiques de groupe
En castellano. Las teorías psicoanalíticas del grupo, 2000 Amorrortu editores, Buenos Aires.
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[12]«La forma particular que tiene el yo de relacionarse con la imagen de un objeto colocado dentro de uno»
Pichon-Rivière Enrique (2006), Teoría del vinculo, Nueva Visión, pág. 35-36
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[13]«Una estructura dinámica en continuo movimiento, que funciona accionada o movida por factores instintivos, por motivaciones psicológicas»
Ibíd., pág.35
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[14]«En el vínculo, tratamos con otro. Esos otros no son sólo figuraciones o representantes de las pulsiones, objetos parciales, representaciones de cosa o de palabra, del sujeto mismo; son otros, irreductibles a lo que representan para un otro»
Les théories psychanalytiques de groupe, pág. 87.
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[15]«Las teorías de la relación de objeto no son pues teorías de la intersubjetividad, pero están incluidas en esta últimas»
Ibid, pág. 87
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[16]«He propuesto el concepto de alianzas inconscientes para rendir cuenta de la génesis y de los efectos del inconsciente en las formaciones y los procesos del vínculo»
Le complexe fraternel, pág. 148
[volver]
[17]«Los efectos de la intersubjetividad en la estructura de la psique, en la formación misma del inconsciente y en el proceso de la subjetivación»
Le complexe fraternel, pág. 29
[volver]
[18]«Comprender como ese complejo contribuye a organizar los vínculos intersubjetivos»
Ibíd, pág. 31
[volver]
[19]«El grupo de los primeros analistas fue forjado por este organizador intersubjetivo conjuntamente con los efectos del complejo de Edipo»
Ibíd, pág. 31
[volver]
[20]«(…) El eclipse relativo de la especificidad del complejo fraterno es inteligible si se admite que la investigación sobre el inconsciente colocaba entonces, y coloca aun hoy, cada psicoanalista en una relación de rivalidad con los otros vis-a-vis el “corpus” imaginario materno del conocimiento del inconsciente»
Ibíd, pág. 32
[volver]
[21]«Un conjunto organizado de representaciones y de investiduras inconscientes, está constituido de los fantasmas y de las relaciones intersubjetivas en las cuales la persona toma su lugar de sujeto deseante con respecto a otros sujetos deseantes»
Ibid, pág. 25
[volver]
[22]Totem y tabú
Ibid, pág. 22
[volver]
[23]«En cuanto al complejo fraterno, podemos igualmente definirlo como “una organización intrapsíquica triangular de los deseos amorosos, narcisistas y objetales, del odio y de la agresión frente a ese “otro” que un sujeto se reconoce como hermano o como hermana»
Ibid, pág. 26
[volver]
[24]«En el fantasma de una acción psíquica interna en la cual el “hermano” y la “hermana” son los actores»
Ibid, pág. 26
[volver]
[25]«Porque el doble bisexual interno es el objeto de un deseo universal. Todos los seres humanos están trabajados por el fantasma de incesto fraterno como lo están por el fantasma de incesto con los padres»
Ibid, pág. 26
[volver]
[26]«Toma la forma radical del antagonismo entre la vida y la muerte, entre la autoconservación y la afirmación narcisista fálica por un lado y la destrucción de objetos parciales del otro»
Ibid, pág. 5
[volver]
[27]«En el triángulo preedípico, el rival es el objeto parcial concurrente del niño, es otra “cosa pequeña” como un hermanito o una hermanita o todo otro objeto que tenga el valor de transposición en las ecuaciones de las pulsiones parciales. El padre (parcial) puede, pues, ser el rival, y el niño lo identifica como pudiendo pertenecer a la misma categoría que el hermano»
Ibid, pág.20
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[28]«Desde el punto de vista pulsional, escribe Laplanche, lo que figura en primer plano, no es la relación erótica sino la relación de ternura; pero, sobre todo, en la estructura (de ese fantasma), el triángulo en cuestión no es el triángulo edípico: ego- (niña) – padre-madre, sino el triángulo rival designado, en otras ocasiones, como complejo fraterno: ego-padres-hermano o hermana»
Laplanche Jean (1970 [1989]) Vie et mort en psychanalyse,Champs, Flammarion, p.154
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[29]«Los objetos, las imagos y las apuestas de la rivalidad, las identificaciones y las prohibiciones no son las mismas en el triángulo rival y en el triángulo edípico. El triángulo rival no se sobrepone al triángulo edípico, lo prefigura o lo reconfigura»
Ibid, pág. 97
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[30]«Anudan sexualidad y generatividad, diferencia de sexos y diferencia de generaciones»
Ibid, pág. 27
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[31]«Esos dos ejes se cruzan, se combaten, se atraen el uno al otro, a veces se conforman el uno con el otro, pero ninguno puede existir plenamente sin el otro»
Ibid, pág. 27
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[32]«Los hijos son herederos y la apuesta de la transmisión es lo que está narcisisticamente en juego»
Le complexe fraternel pág. 183
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[33]«Existen testamentos de reconocimiento, testamentos de apaciguamiento, pero también testamentos de exclusión, testamentos-veneno. Ocurre que los padres, o uno de los padres, actúen su violencia contra sus hijos»
Ibíd, pág. 183
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[34]«En la medida en que la herencia es la ocasión de una removilización de lo que está en juego en las elecciones de objeto amoroso fuera de la familia»
Ibíd, pág. 184
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[35]«El reparto es el rasgo especifico de la comunidad de hermanos y hermanas, y es también la fuente de sus desgarramientos»
Ibid, pág. 194
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[36]«La dimensión principal del trabajo de duelo que los hermanos deben realizar a la muerte de los padres es “el reparto del amor con el de los objetos que llevan su huella y su testimonio»
Ibid, pág. 194
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[37]«Un fantasma originario de escena primaria, escena que el hijo «legítimo» controla de un modo omnipotente, y un fantasma de asesinato de los hermanos y hermanas que obstaculizan su deseo de ser el niño único y que debieran haber muerto en lugar del pariente desaparecido»
Ibíd, pág. 187
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[38]«El retorno de la envidia, del odio y de los celos a la muerte de los padres pone en peligro el pacto fraterno, esa formación común y compartida cuyo objetivo es impedir el retorno de la rivalidad y de las ansias de muerte en el triangulo preedípico Se inscribe también en el triangulo edípico. Permite controlar las coaliciones en la hermandad y construir una identidad fraterna frente a los padres»
Ibid, pág. 188
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[39]«Ese trabajo concierne la perdida de los padres comunes y el reparto del origen y de los objetos de amor»
Ibid, pág. 191
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[40]«Se concederá un lugar central [en ese capitulo], escribe Kaës, a las manifestaciones de la envidia y de los celos en la medida en que, herederas del complejo fraterno, ocupan una parte importante de las posiciones subjetivas y de los conflictos intersubjetivos en los grupos, y podemos añadir en las instituciones»
Le complexe fraternel, pág. 196-197
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[41]«A una lógica de los procesos y de las formaciones internas, […] una lógica de las correlaciones de subjetividades, una lógica de la conjunción y de la disyunción»
Un singulier pluriel, pág. 7
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[42]«No el uno sin el otro y sin el conjunto que los constituye y los contiene; el uno sin el otro pero en el conjunto que los reúne»
Ibid, pág. 8
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