Mi experiencia clínica con las parejas, las familias o los pacientes graves me enseñó que existen diferentes tipos de sueño, incluso diferentes niveles en el soñar.
El aspecto más importante del sueño es, quizás, su dimensión polisémica. Puede manifestar varios niveles como expresión no solamente del funcionamiento interno del sujeto – nivel edípico, preedípico, etc. -, sino también, al mismo tiempo, diferentes niveles del funcionamiento familiar en los que se encuentran a veces trazas de elementos transgeneracionales sin elaborar que cada uno de nosotros conserva inconscientemente (Nicolò et Ricciotti, 1999).
Más recientemente, Kaës (2002) ha descripto algo semejante a propósito del doble ombligo del sueño: él ha precisado que el segundo ombligo, estaría formado por nuestros “vínculos intrapsíquicos más obscuros”, aquellos que testimonian de un espacio psíquico compartido por varios soñantes.
Pienso que el sueño de uno de los miembros de la familia o de la pareja nos señala que un esfuerzo de elaboración está siendo realizado por el individuo o el grupo; pero el sueño nos permite igualmente vislumbrar las modalidades de los vínculos y de las defensas de la familia y la pareja mostrando que, confrontadas con el mismo conflicto o con el mismo traumatismo, o la misma angustia, cada uno de los miembros responde de una manera diferente según su capacidad elaborativa y según las circunstancias. Ciertos miembros presentan niveles de funcionamiento psíquico más desarrollados y se conectan con los niveles más evolucionados del funcionamiento familiar, mientras que otros se conectan con los niveles más primitivos, como lo indica el caso clínico que voy a mencionar:
Un ejemplo interesante es esta secuencia clínica de una pareja en terapia. La pareja me había sido derivada por la analista de la mujer, que había presentado un año antes síntomas depresivos en ocasión del fallecimiento de su padre. El trabajo terapéutico había permitido la emergencia de una fantasía de separación conyugal. Luego de un periodo de tratamiento, al descubrir sorpresivamente la decisión de su mujer de separarse, se genera en el marido una situación de alarma. Este hombre que jamás había soñado y que siempre había logrado dominar perfectamente todas sus emociones entra en crisis y aporta este sueño con el cual comienza la primera sesión luego de haberse enterado de la noticia: Relata lo siguiente: “Yo me daba cuenta que de golpe perdía una tras otra partes de mi cuerpo. Perdía una mano, la colgaba de nuevo, pero cuando lo hacía, perdía la otra, y así seguido por las piernas, las partes genitales, los ojos y finalmente el corazón. Me despertaba de golpe, súbitamente, angustiado, y en ese momento, no me daba cuenta dónde estaba”.
Este sueño del marido fue seguido, hacia el fin de la sesión, por el relato de un sueño de su mujer: “Salía de la casa a la búsqueda de un hombre muy bello, una suerte de príncipe encantador, luego de haber decidido dejar a mi padre enfermo o muerto. Pero una vez afuera me perdía en medio de la muchedumbre. Ya no veía al hombre lindo vestido de azul y me sentía confusa, no sabiendo adonde ir”.
Fue naturalmente fácil y casi evidente relacionar la pérdida de esas partes del cuerpo, la ruptura amenazante de su propia integridad, la angustia de despedazamiento que caracterizaba el sueño y las vivencias del paciente ante la angustia de la separación conyugal. Además fue el mismo marido el que hizo esa relación.
Pero el sueño de la mujer de perderse en la muchedumbre, una vez fuera de su casa, expresaba un contenido semejante, pero de un grado de maduración diferente. Para ella la separación comportaba un momento de confusión, la sensación de pérdida de las referencias que habían caracterizado hasta ese momento su vida. La muerte del padre, de una cierta manera, había desbloqueado a esta mujer, permitiéndole una reelaboración postraumática de su Edipo que la había tenido encadenada a su padre y luego a su marido. Para ella también, la separación conllevaba sobrellevar angustias identitarias, abandonando de alguna manera, una adolescencia interminable que no había podido resolver.
Observamos aquí, que frente a un mismo estimulo traumático, cada uno de los integrantes de esta pareja reaccionan mostrando diferentes niveles de defensas (en actividad) y niveles diferentes en el funcionamiento del vinculo en la pareja misma; ellos habían construido un vínculo muy profundo que les satisfacía por una parte los aspectos fusionales y por la otra sus necesidades edípicas.
La utilidad del sueño en el dispositivo familiar y en el de pareja no consiste solamente en su producción o en el sentido que le podemos atribuir, sino también en el hecho que el sueño liga diferentes niveles del funcionamiento familiar – como intento mostrarlo – y diferentes modalidades presentes en cada uno de sus miembros.
El sueño es una expresión natural de la organización mental de la familia. Antes que su psiquis individual se diferencie, cada individuo forma parte de una estructura relacional colectiva, una estructura de base que no es evidente, según mi punto de vista, pero está operando en cada familia. Siempre he estado convencida (Nicolò, 1988) que existe en la familia niveles co-presentes de funcionamiento simultáneos. En niveles más primitivos, la distinción entre el sí mismo y el otro es muy débil y los estados mentales de uno se confunden y se precipitan en los estados mentales o somáticos del otro como se puede observar en las experiencias de la relación madre-padre-bebé (Nicolò, 1990).
Estos niveles más primitivos [1] , siempre presentes en la vida de la familia, se reactivan en condiciones particulares, tales como las situaciones de stress, y están caracterizados por niveles sensoriales, estados somáticos (no representados) y actuaciones. El sueño puede, a veces, poner de manifiesto estos aspectos en el plano tanto personal como grupal.
El sueño como puente
En trabajos precedentes, he mencionado las diferentes configuraciones que asume el sueño de uno de los miembros en el interior del dispositivo de pareja o de familia.
Recordaba, en esos trabajos que puede ocurrir que un partenaire sueñe en lugar del otro, o ilustrando en forma de imágenes aquello que el otro manifiesta bajo una forma actuada [2] Sueño y actuación o sueño y somatización son a veces los dos opuestos que observamos en los miembros de una familia o de una pareja, donde cada uno es portador de un contenido semejante que, según los niveles de funcionamiento, se expresan de manera diferente a veces en uno, a veces en el otro. Pero que comunican, según mi punto de vista, niveles diferentes de funcionamiento del vínculo en la pareja que a su vez se expresan de una manera diferente en cada uno de sus miembros.
Quisiera ahora mostrar que el sueño de un partenaire o de un miembro de la familia puede también volver evidente un contenido latente desconocido de otro miembro y que el soñante mismo no conoce. Veremos así aparecer, en el sueño de uno, contenidos clivados, rechazados o disociados del otro, por ejemplo contenidos traumáticos que un miembro había clivado o rechazado y de los cuales el otro miembro es totalmente inconsciente. En las familias psicóticas o en las parejas en la cuales uno de sus miembros ha sufrido graves traumatismos infantiles, es bastante frecuente ver este fenómeno.
En un tratamiento familiar en una comunidad terapéutica, la hija que fue recibida en esa comunidad manifestó una pesadilla repetida en la cual uno de los padres intentaba matarla o violarla, utilizando el recurso a una técnica particular. El trabajo con la pareja de los padres reveló las fantasías infanticidas de la abuela materna con respecto al padre cuando recién había nacido y también del padre con respecto a sus hijas adolescentes.
Este segundo contenido había siempre sido mantenido en secreto, mientras que el primero, (la fantasía de matar) había sido rechazada. Los sueños de la hija, sobre todo aquellos concernientes a su violación, han sido hechos durante la sesión en la cual el padre recordaba historias de su adolescencia que le hubiera gustado olvidar, que él había olvidado en parte, al menos conscientemente, y de los cuales su mujer no tenia conocimiento. Esto produjo el descubrimiento del hecho que el padre había sido abusado cuando era pequeño y que se había vuelto luego violento en el instituto donde había vivido luego de haber sido alejado precozmente de su familia, la que era muy pobre para educarlo.
Los padres ignoraban los contenidos del sueño de su hija, así como la hija ignoraba los contenidos de la sesión de los padres. Estas sesiones marcaron el comienzo de un cambio.
Rechazo y disociación
Los sueños pueden poner a la luz los aspectos rechazados, disociados o clivados, y no solamente los reprimidos, tanto del soñante como del partenaire y del vínculo que los une. En este sentido, la terapia de pareja y de familia puede ser mucho más útil para tratar estos casos clínicos particulares como ciertas formas de psicosis, de perversión y de situaciones traumáticas graves porque lo que es rechazado en uno puede estar útilmente presente y elaborado en el sueño del otro partenaire, como lo muestra el caso clínico descripto anteriormente. Como lo señala el psicoanalista italiano Riolo, Freud en sus Estudios sobre la histeria, había mencionado los “pensamientos inacabados que habían tenido solamente la posibilidad de existir. En tal caso, la terapéutica consistiría (…) simplemente en la finalización de un acto psíquico que había quedado incompleto antes” (Freud, 1895, 1, 435). En estos dispositivos, el acto psíquico no cumplido encuentra una terminación en el sueño del otro miembro.
No se trata entonces de recuperar recuerdos reprimidos, sino por el contrario de contactar las sensaciones y las emociones rechazadas por el sujeto, de los afectos y las impulsiones no reconocidas y no pensadas, “no cumplidas porque no han sido formuladas en pensamientos”
(Riolo, 1983), y en las cuales funciona el mecanismo del “rechazo” (Verwerfung [3] )
Estos afectos y sensaciones rechazados o a veces disociados pueden estar útilmente presentes pero en el sueño del otro, y abrir así la vía para una elaboración a través de una manera de “curarse en el otro”, que es un aspecto típico de estos dispositivos de pareja o familiares.
Mi hipótesis es que sobre estos aspectos disociados los partenaires de una pareja o los miembros de una familia organizan algunos de los vínculos que ellos construyen entre sí.
Como Meltzer nos recordaba: “Nosotros tenemos cada uno múltiples relaciones: algunas están ligadas a la parte sana de la personalidad, otras a la parte enferma, psicótica” (Meltzer, 1979). En una cierta medida cada uno de nosotros configura su propio self, diferentemente, en función de los vínculos que existen con un otro significativo. Las relaciones de pareja pueden volverse transformadoras, no solamente porque ellas nos modifican, sino también porque ellas activan versiones de nosotros, que de otra manera, persistirían disociadas posiblemente para toda la vida. La concepción misma del individuo podría ser revista en una óptica que pone el acento en “los vínculos” y en la disociación en tanto mecanismo que permite la coexistencia de diferentes aspectos de Sí. Podríamos pensar en el mecanismo de disociación como central en la organización de los diferentes vínculos que cada uno de nosotros establece con su pareja y su familia. Podemos decir entonces que un vínculo determinado permite emerger configuraciones disociadas del sí mismo de cada uno de nosotros. El sueño de nuestro partenaire nos permitirá descubrirlo.
El proceso onírico compartido
La irrupción de sueño muestra una primera transformación en la mentalidad del soñante y en el funcionamiento de la familia [4] . Por ejemplo, el sueño indica, en el momento de su producción, la existencia de límites [5] que permiten al soñante soñar. Pero todos los terapeutas familiares pueden observar un fenómeno particular: el sueño que hace irrupción en el espacio familiar ejerce un poderoso efecto de atracción sobre todos, y es a menudo inductor de otros sueños en los otros miembros, como lo muestra el caso descrito anteriormente. Luego que un miembro cuenta un sueño, un clima particular se instaura. Es como si todas las mentalidades del grupo familiar o de pareja se sintonizaran en ese momento en un nuevo fenómeno imprevisible que nos hace pasar inmediatamente a otra dimensión. A menudo, luego del primer sueño de un miembro, los otros cuentan también sus sueños en la misma sesión o en las sesiones siguientes [6] .
La producción de la cadena de sueños en las sesiones familiares y de pareja (una experiencia común a numerosos analistas que trabajan con estos dispositivos) nos hace comprender que existe una sintonización inconsciente entre las mentalidades presentes en esta sesión y que el sueño con su enorme potencial transformador, gracias a las comunicaciones de un inconsciente al otro inconsciente, “que escamotea a la conciencia” (Freud), es un potente inductor de esos niveles de comunicación y, por lo tanto de un cambio potencial.
Si el analista es capaz de defender ese momento mágico contra los ataques inevitables de la parte no pensante de la familia, el sueño no solamente nos permitirá descubrir nuevas características de esta familia y de su historia, sino sobre todo abrirá nuevas vías de transformación.
Su existencia misma es un potente inductor de un funcionamiento nuevo, como la posibilidad de pensar, pues pensamos que sirve de puente entre los niveles de funcionamiento de la familia y entre el nivel manifiesto de un miembro y el nivel del otro. Este proceso onírico compartido es en efecto el verdadero agente transformador, compartido por el hecho de su producción sucesiva en diferentes sesiones y por el trabajo asociativo e interpretativo que lo caracteriza. Ruffiot [7] describe según mi punto de vista, algo parecido cuando habla del holding onírico familiar. Según Ruffiot, este holding es particularmente eficaz en las familias psicóticas porque es de esa manera que los miembros de la familia prestan su capacidad onírica, su función alfa al miembro psicótico “sosteniendo la mentalización deficitaria del paciente psicótico y haciéndola reaparecer en un inconsciente grupal matricial común a todos los miembros de la familia [8] ” Es como si el sueño proveería un límite y al mismo tiempo repararía por sus contenidos la pantalla del sueño, restaurando en cierta manera el déficit de la función deficitaria del Preconsciente (Nicolò 2000, Sommantico 2009).
Traducción al español realizada por Ezequiel Alberto Jaroslavsky
Anna María Nicolò
Médica, psiquiatra infantil, psicoanalista didáctica de la SPI (Sociedad Psicoanalítica Italiana) y de IPA (International Psychoanalytical Asociation), directora científica del International Review of Psychoanalysis of Couple and Family.
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Notas y Bibliografía
[1] En un nivel más primitivo, que algunos han denominado el Si mismo grupal, uno encuentra, como lo afirma Hautmann, la primera forma elemental del pensamiento. También para Ruffiot (1986) , “El pensamiento grupal es la matriz del pensamiento individual. Consiste para el individuo esa parte extraterritorial del yo disponible para las vivencias grupales” (traducido del italiano).
[2] Como en la novela de Schnitzler, que conocemos todos y que ha sido retomada en el film “Los ojos bien cerrados” de S. Kubrick. La novela de Schnitzler cuenta una relación de pareja particular donde a la actuación perversa del marido le corresponde, de una manera transformadora, el sueño de la mujer que presenta los mismos contenidos, pero soñados y elaborados…
[3]El rechazo es, como dice Freud, “una suerte de defensa mas enérgica y mucho más eficaz (que la represión) que consiste en aquello que el yo rechaza (werwirft), la representación insoportable al mismo tiempo que su afecto y se conduce como si la representación nunca hubiera llegado al yo.
[4]Para que un sueño se produzca, si se trata de un “buen sueño”, es decir de un sueño no evacuativo, el paciente individual, la familia, la pareja deben haber realizado un trabajo importante de una primera elaboración de los afectos, de las emociones, las fantasías, de los elementos brutos que encuentran así una primera ocasión de manifestarse. Simplificándolo, partiendo de una descripción clara y eficaz, diría siguiendo las teorías de Bion, que: “Algo, antes actuado o somatizado, puede ahora ser pensado y comunicado.”
[5]En las familias con funcionamiento psicótico o psicosomático, los sueños pueden ser escasos en razón de su funcionamiento concreto y las actuaciones que caracterizan a estas familias y porque cada uno de los miembros reacciona con estados somáticos o con actuaciones a las vivencias y a las emociones – tanto a las suyas como a las de los otros – que no están en condición de contener en el interior de los límites de Si evacuándolos defensivamente en el otro.
[6]Pienso que se trata de una suerte de resonancia inconsciente que el sueño contado puede suscitar en el otro y en el contexto, una sintonización recíproca de los inconscientes de los miembros de la familia o de la pareja en este nivel de funcionamiento. Es lo que da lugar al fenómeno de la influencia que Freud mismo describe a veces en pacientes que comparten el mismo contexto (como en el ejemplo del pensionado de jóvenes) o bien el fenómeno que hace que los contenidos de uno se vuelquen en el inconsciente del otro esquivando a la conciencia. Un verdadero trabajo onírico progresivo se pone en marcha de esa manera en la familia, gracias al cual es posible el uso en las sesiones siguientes, representar los sueños que retoman temas cruciales o temas tratados en los sueños precedentes. El recorrido a través de los sueños se vuelve entonces un aspecto muy importante del trabajo, el cual debe articularse con las asociaciones, la historia contada y el mito familiar.
[7]Para Ruffiot, el aparato psíquico familiar es, en sí mismo, de naturaleza onírica y esta comunicación inconsciente primitiva está basada en la idea que existe una psique pura antes de su anclaje primitivo en el cuerpo. Para mí esta concepción del onirismo está también ligada a una concepción del sueño como un elemento que pertenece a la parte más primitiva e inconsciente del espíritu humano.
[8]NDT: traducido del italiano.
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Resumen
El sueño como puente entre los diferentes niveles de funcionamiento de la familia y de la pareja
Anna Nicoló
La utilidad del sueño en el dispositivo familiar y de pareja no consiste solamente en su producción o en el sentido que podemos atribuirle, sino también en el hecho que el sueño relaciona los diferentes niveles del funcionamiento familiar – como he tratado de mostrar – y sus diferentes modalidades presentes en cada uno de sus miembros.
El sueño de un partenaire, o de un miembro de la familia, puede revelar un contenido desconocido del otro miembro y que el soñador no conoce. Veremos así aparecer en el sueño de uno, los contenidos clivados, rechazados o disociados del otro; por ejemplo los contenidos traumáticos que el otro había clivado o rechazado y que por lo tanto estaban totalmente inconscientes en él.
El proceso onírico compartido es un verdadero agente transformador. Compartido por el hecho de su producción sucesiva en diferentes sesiones y por el trabajo asociativo e interpretativo que le caracteriza.
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Palabras claves
Sueño – Niveles de funcionamiento familiar – Proceso onírico – Disociación
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Résumée
L’utilité du rêve dans le dispositif familial et de couple ne consiste donc pas seulement dans sa production ou dans le sens que nous pouvons lui attribuer, mais aussi dans le fait qu’il relie différents niveaux du fonctionnement familial – comme j’ai essayé de le montrer – et différentes modalités présentes chez différents membres.
Le rêve d’un partenaire ou d’un membre de la famille peut délatentiser un contenu inconnu de l’autre membre et que le rêveur même ne connaît pas. Nous verrons ainsi apparaître, dans le rêve de l’un, des contenus clivés, rejetés ou dissociés de l’autre, par exemple des contenus traumatiques que l’autre avait clivés ou rejetés et dont l’autre est donc tout à fait inconscient.Le processus onirique partagé est un véritable agent transformateur, partagé du fait de sa production successive dans différentes séances et de par le travail associatif et interprétatif qui le caractérise.
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Mots Clés Rêve – Niveaux de fonctionnement de la famille – Processus de rêve – Dissociation