
“Clinique de l’ inceste fraternel”
(Clinica del Incesto Fraternal)
Autora: Rosa Jaitin[1]
Editorial Dunod. Paris. 2006
Campo de investigación y niveles de análisis del vínculo fraterno en terapia familiar psicoanalítica (TFP).
Rosa Jaitin escribe sobre un tema no sólo muy interesante sino sobre el cual, a pesar de tener antigua data en obras literarias, era necesario para el trabajo clínico con esta problemática: el incesto fraterno. Pero no se limita a desarrollar este específico tema, sino que lo encuadra en un desarrollo mucho más amplio, ya que analiza el vínculo cuya comprensión va más allá de lo estrictamente fraternal, si se lo entiende como un modelo de relación social, modelo inicial de la apertura a los pares.
La autora presenta sus hipótesis de trabajo y el dispositivo con el que opera, para trabajar las problemáticas que generan sufrimiento en las familias, mostrando en un muy vasto recorrido, tanto sus desarrollos teóricos como la aplicación en la práctica de la TFP, a través de la presentación de nutrido material clínico.
Desde el inicio relata los modos primitivos del psiquismo familiar que impulsan la circulación fantasmática entre sus miembros, como sus respectivos procesos defensivos, aclarando para el lector, el proceso de reactualización de la conflictiva emergente en el campo transferencial durante el trabajo analítico.
R. Jaitin efectúa un recorrido teórico partiendo de conceptos como el de “portavoz”, “depositario”, “depositado”, “fantasma grupal común”(que preserva inconscientemente a la familia del caos), de E. Pichon – Rivière (1960) y que retoma J. Bleger (1967) con su noción de “núcleo aglutinado”, (en la díada, pareja, familia, grupos e instituciones, permaneciendo como sedimento de base). Cita a P. Aulagnier (1975) y las condiciones del “espacio al que el Yo puede advenir”, para ser emplazado en el conjunto de los vínculos intersubjetivos (asignación, apropiación, aceptación o rechazo). Destaca el aporte de A. Ruffiot (1979) sobre las estructuras de las relaciones fantasmáticas (asignación de lugar en el imaginario familiar, construcción de identidad y reconocimiento recíproco); de ellas surge el sentido de pertenencia en los vínculos de alianza, filial y fraterno y en su dimensión transgeneracional.
R. Jaitin interconecta el concepto de Aparato Psíquico Grupal (R. Kaës, 1976) con el de Aparato Psíquico Familiar e interfantasmatización de A. Ruffiot (1981) y con los organizadores específicos de la familia (A. Eiguer, 1986). Es en referencia a ellos que Jaitin introduce el concepto de organizadores de la grupalidad psíquica infantil, denominándolo Aparato Psíquico Fraterno: modo de organización de la grupalidad psíquica entre miembros de una misma generación, ya sean hermanos consanguíneos o simbólicos (como en la familia recompuesta); el que cuenta con dos polos constitutivos: el isomórfico (total correspondencia entre hermanos) y el homomórfico (las diferencias entre ellos). Especifica dos categorías de organizadores:
| – El tiempo de la semejanza y de la diferencia generacional (tabú del incesto)
– El espacio representado como envoltura psíquica |
La autora señala que en el vínculo entre hermanos se dan diversos niveles de análisis, en relación a la subjetividad (transubjetivo, intersubjetivo, intrasubjetivo), en relación a las formas psíquicas de procesar (asimilar, metabolizar, interfantasmatizar), en relación a la inter.-fantasmatización (como sujeto del inconsciente, sujeto del grupo, sujeto de la cultura y sujeto político). Afirma que este vínculo es un espacio potencial de transformación de la familia.
En la exposición de sus conceptos, Rosa Jaitin hilvana con claridad los temas, formulando preguntas a las que irá dando respuestas. Por ejemplo se pregunta acerca de la articulación del vínculo fraterno como sistema de representación y de transmisión, lo que responde con el desarrollo de su concepto de organizadores psíquicos. Los organizadores sincréticos espaciales y temporales, son ejes formales que funcionan como envolturas facilitando la transmisión vincular.
Respecto a los organizadores espaciales del vínculo fraterno, parte de conceptos como el de “envoltura psíquica” de D. Anzieu (1982); de “envoltura genealógica familiar” de E. Granjon (1992); y de “organización omega patológica” de G. Decherf (2003), (fijación de las familias en la indiferenciación).
Jaitin señala tres ejes de análisis para los organizadores espaciales: los intrapsíquicos, propios del grupo interno fraternal; los intersubjetivos de la envoltura fraterna, diferentes a los de la envoltura familiar; los transubjetivos que se articulan por la imago fraterna en la transmisión transgeneracional.
De cada uno de ellos expone ejemplos clínicos.
Para explicar el funcionamiento de los organizadores temporales, parte de los conceptos de A. Eiguer (1987) del momento de elección del partenaire y del momento de la construcción del sí mismo familiar; de F. André – Fustier y E. Grange – Ségéral (1993) de “organizador rítmico familiar”, para así mostrar un protoritmo masivo, paroximal y múltiple base del vínculo fraterno que se asemeja a la exaltación de las pasiones en los fenómenos de masa por la identificación primitiva, y explica cómo se articulan y desarticulan los ritmos de intercambios entre grupos internos y externos; entre grupo y fratría en sus espacios de apuntalamiento o desestabilización. Retoma el concepto de “audiograma” de G. Haag y S. Maiello (1998) como forma primera de representación auditiva en el desarrollo del bebé, al que R. Jaitin a través de sus estudios denomina “protoritmo protomental” que serían formas repetitivas del vínculo que se escenifican en la terapia familiar. Los tiempos familiares se organizan acorde a etapas dadas por la alianza, la filiación y la desafiliación. Es importante también ver el manejo temporal en los proyectos identificatorios acerca del futuro de las generaciones jóvenes.
El pacto denegativo que establecen los hermanos entre sí luego de enfrentarse al padre, (Freud, Tótem y Tabú, 1912, 1913) los une en comunidad de denegación del exceso pulsional, generando una negatividad radical que deja por fuera del psiquismo aquello imposible a pensar.
El fantasma de incesto fraterno correspondería a esta negatividad radical y permite la inscripción en la línea filiatoria, mientras que la concreción en acto destruye el vínculo. R. Jaitin aborda los fantasmasdel vínculo fraterno que operan en la organización y transformación del mismo: los del origen (derivados de la pulsión de saber de dónde viene el hermano, la rivalidad, el descubrimiento de la bisexualidad, y la cultura); los del clonaje (problemática del doble); el de auto – engendramiento (relación con lo autoerótico); y el de muerte (la real, la imaginaria, la del grupo interno diversa del externo y los duelos).
Jaitin afirma que los obstáculos que operan en el interior de una familia atraviesan la discriminación entre lo vivo y lo no vivo (como se observa en familias con miembros con psicosis graves o con malformaciones físicas), donde el incesto sería un modo de protección contra la angustia de desmoronamiento; la diferenciación entre lo interno – externo (lo endogámico y exogámico); la diferencia generacional (quiénes son los grandes y quiénes los pequeños); y el descubrimiento del tercero (en la relación entre el niño y la madre cuando nace el hermano). La posición entre el tener (tener un pene, una vagina, un juguete, una capacidad) y el ser (ser hombre o mujer) es un trabajo de construcción psíquica entre hermanos que recorre el bimorfismo del vínculo hasta transformarlo acorde a sus componentes femeninos y masculinos.
Explica R. Jaitin que este Aparato psíquico fraterno realiza su trabajo de transmisión valiéndose de las imagos y los complejos. Las imagosson formas de transmisión transgeneracional, representaciones colectivas y el discurso ancestral sobre el lugar, que en el proyecto identificatorio familiar, tienen los hermanos y hermanas; mientras que los complejos son formas de transmisión intergeneracional que incluyen el complejo del destete (Lacan,1938), el de intrusión, el fraternal post-edípico y bisexual, el de la parentalidad muerta (Jaitin, 1999, que elabora a partir del de la madre muerta de Green, 1980), y el de las pequeñas diferencias (planteado por Freud).
Al introducir el tema del incesto fraterno subraya que el vínculo fraternal es “necesariamente incestuoso” porque el cuerpo fraterno es objeto de seducción y exploración, actuando en el vínculo tanto la forma (que evoluciona de informe, a bisexual, y cuerpo sexuado) como el contenido psíquico (fantasmas y modelos identificatorios) con los que se construye.
El fantasma de incesto dice Jaitin es “como una paradoja entre el deseo de permanecer en el interior de la madre y una tentativa de separarse de ella”. Cita el modelo antropológico de F. Héritier (1994), quien distingue un “incesto de primer tipo” entre consanguíneos y un “incesto de segundo tipo” entre dos personas del mismo sexo que comparten el mismo partenaire sexual. Jaitin por otra parte, diferencia entre un incesto fraternal “primario” y uno “secundario”. El primario ocurre entre hermanos consanguíneos (hermano y hermana que comparten los mismos padres o uno de ellos) de la misma generación, mientras que el secundario es entre un grupo de pares que son como hermanos simbólicos (como sucede en las familias recompuestas y en las instituciones con niños internados).
El incesto destruye el vínculo
El vínculo fraterno tiene potencialidad incestuosa y el curso de la misma varía según las condiciones familiares y personales, pero subraya la autora que la falta de diferencia entre generaciones, las fallas en la continencia, y la indiferenciación del hermano como tercero, facilita el pasaje al acto incestuoso.
Por esto escribe R. Jaitin, es muy difícil tratar las situaciones de incesto fraterno en un dispositivo de terapia familiar psicoanalítica (TPF).
En el nivel de análisis transubjetivo se ven aspectos transgeneracionales en los que la no diferenciación temporal, lleva a la indiferencia entre lo interno – externo, repitiéndose las situaciones de incesto a través de la cadena generacional. En el nivel intersubjetivo, emergen las fallas en la envoltura de la continencia familiar transformando los afectos en sus contrarios (del amor al odio) y desplazando los vínculos de sus posiciones (de la madre a la hermana). En el nivel intrasubjetivo se efectúa el trabajo de diferenciación del hermafroditismo psíquico y que la autora muestra en la presentación clínica de una familia y en los dibujos realizados por los hijos.
Más adelante describe al vínculo fraterno como una construcción mediadora, objeto de juego, intermediario entre lo imaginario y lo real, que va desde una relación especular narcisística (el mellizo imaginario) al objeto real de juego: los hermanos como primeros juguetes animados, donde la reciprocidad moviliza la pulsión de dominio y de saber.
La transmisión del vínculo fraterno se organiza a partir de lo negativo, por lo que articula y apropia en función de los modelos recibidos (organizados por los ideales, obstáculos y deficiencias de la genealogía parental), por lo que la fratría está destinada a elaborar, reparar y completar, si cuenta con los elementos para ello en lo que hace a lo íntimo del grupo familiar.
Vínculo fraterno y amistad
Menciona dos formas de la amistad en el vínculo fraternal: el frater-familiar (figura del apego afectivo, el amigo y confidente) y que reside en la esfera de lo íntimo; y la fraternidad–alter-ego (el compañero, camarada). Son formas que implican niveles de intimidad, lealtad, fidelidad, mayor compromiso; las amistades en lo cotidiano en un nivel menos comprometido, y otro nivel donde prevalecen las diferencias como el idioma, el hábitat, los amigos que están lejos. Todas ellas son formas de alianzas inconscientes entre personas con proximidad generacional en las que se juegan cuestiones de poder, lo que refiere al organizador político.
Jaitin agrega a los ejes espacio – temporales, un tercer eje: el campo transferencial entre la familia, el analista y la institución de pertenencia, donde confrontan los niveles de amistad, trabajándolos por medio de los sueños cruzados entre el grupo familiar, y el equipo de terapeutas (campo inter.-transferencial).
La autora muestra casos clínicos de familias en las que detalla la situación, dificultades y características del dispositivo terapéutico, trabajando la transferencia y contratransferencia con el grupo familiar y la intertransferencia en el equipo tratante. Ilustra los desarrollos teóricos con la clínica, presentando las dificultades del trabajo con familias que integran niños que provienen de instituciones, con sus historias de abandono, separación entre hermanos o con parte de ellos e inclusión en nuevos grupos familiares.
Se trata de un libro necesario, integrador, que trae aportes nuevos que ayudan a pensar. Se puede ver claramente que se trata de una autora con vasta experiencia en la lectura y supervisión clínica, en el trabajo con familias, con sólida formación teórica a la que hace aportes desde su propio pensamiento, integrando los conocimientos de autores argentinos con los franceses, haciendo honor a su doble trayectoria.
Para mí ha sido un gusto recorrer sus páginas para dar a conocerlo en su columna vertebral y este comentario habrá cumplido su objetivo, si deja en los lectores la inquietud de realizar su propia lectura.
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NOTAS
[1] Psicoanalista argentina, terapeuta grupal y familiar, radicada hace varios años en Lyon – Francia- donde reside
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