El caso clínico que voy a presentar muestra la presencia de la transmisión familiar de un patrón relacional disfuncional, que subraya cómo la compulsión a la repetición puede, en situaciones particulares, difundirse al nivel intergeneracional.
Se trata de la historia de un embarazo por fuera de una relación estable y de la necesidad de guardar el secreto acerca del origen del niño.
La hipótesis clínica con la cual he trabajado es la presencia de un trauma«imposible de relatar» como comienzo del mecanismo familiar de repetición.
Una joven mujer, a la que llamaré Meg, se dirige al psicoterapeuta porque su hijo menor, de cuatro años, va a la escuela maternal (jardín de infantes), allí dibuja su propia familia representándose a sí mismo, su madre, su hermano de 10 años y dos padres. Las maestras de la escuela la han prevenido, quién espantada ha solicitado ayuda.
En una primera entrevista con los padres, se toma conocimiento que el niño tiene verdaderamente «dos papás», puesto que la familia del esposo es una familia reconstituida. (Fig.1)

Fig.1
Meg ha tenido su primer hijo Alex, de 19 años, de una relación con un joven quien, cuando Meg ha quedado embarazada, se ha alejado, rehusando reconocer al niño. Dos años después del nacimiento del hijo, Meg conoce a su marido actual, quién después del matrimonio, adopta al hijo de su esposa.
Después de cuatro años de matrimonio, la pareja tiene un hijo; en ese momento ellos deciden de común acuerdo, no develar el origen diferente de Alex respecto de los dos hijos. Pero, como nosotros lo hemos notado, de una manera misteriosa la presencia de dos papás circula en la familia. El marido de Meg afirma abiertamente no estar disponible a reflexionar sobre la complejidad, -muy simple, en su opinión y en lo sucesivo resuelta- y él anuncia que no quiere más tomar parte en las entrevistas. El terapeuta propone a la madre continuar sola para intentar comprender mejor lo que viene de la familia y sobre todo, analizar porqué ella ha tenido tanto temor al ver el dibujo de su hijo.
Durante las entrevistas individuales ella manifiesta un enorme sentimiento de culpabilidad para con su primer hijo, resultándole imposible poder develar a los hijos el origen de Alex.
Entre otras cosas, el terapeuta es puesto al corriente de una situación familiar particular: Cuando Meg tenía alrededor de dieciocho años y su hermana treinta, muere el padre y al cabo de algunos meses la madre.
Su hermana Rosa, casada a los dieciocho años y con una hija de once años, la recibe en su casa y Meg se encuentra viviendo con su hermana, su cuñado y su sobrina.
Meg, hablando de la muerte de sus padres y explicando que ellos se amaban con un amor muy tierno, expresa todo el desconcierto y el dolor que ella ha experimentado, tanto más cuando a los pocos días de morir la madre, la hermana le devela que el padre que acababa de morir era solamente el padre de Meg y no el de Rosa (Fig. 2).

Fig. 2
La noticia conmueve a Meg, pero la situación concreta es tan difícil que las dos hermanas no tienen tiempo de hablar de su historia familiar y de ayudarse recíprocamente. Un año después nace Alex.
Mientras ella cuenta, Meg no parece consciente de haber reproducido la historia de su madre. Cuando el terapeuta trata de conocer mejor los aspectos de la vida de su madre Ana, Meg dice que ella querría invitar a su hermana a las entrevistas para esclarecer finalmente toda la historia. Rosa acepta y así comienza una fase familiar de la terapia.
A continuación explica que en los años Cincuenta en una pequeña ciudad de la Vénétie, el hecho de tener un niño sin estar casada ha representado una vergüenza enorme para Ana y para su familia, lo que la ha encerrado en la casa a la madre y a la hija (es decir a ella misma, Rosa) hasta que la madre ha conocido un hombre quien se ha enamorado de ella y la ha desposado, acogiendo a Rosa quien ya tenía once años.
Meg pregunta a su hermana si ha sido difícil para ella vivir con un hombre que no había sido su padre, pero Rosa no quiere hablar de ella y le responde que ella está disponible para hablar solamente «de los hechos a secas».
Hay entonces alguna cosa que no puede «salir», exactamente como para Ana y Rosa en los años Cincuenta.
El terapeuta propone entonces que las dos hermanas construyan juntas su propio genograma (E. F. Watchel, 1982) suponiendo que la utilización de un instrumento gráfico – proyectivo, aparentemente más indirecto, pueda ayudarlas a remontar los mecanismos de defensa y permitir el acceso a una meta visión de la historia familiar.
Es Meg quién traza la estructura familiar, recurriendo a la hermana para acordarse los nombres o las fechas. Rosa indica solamente el de ella misma, su marido, su hija mayor quien tiene en el presente veintiún años, y la única tía del lado materno.Es justamente durante el curso de esta lenta reconstrucción de su genograma, que Meg tiene una comprensión súbita y exclama:«¡Pero en nuestra familia suceden siempre las mismas cosas!» y su hermana murmura:«Se diría una maldición!»
El terapeuta encuentra así la oportunidad de introducir la idea de que no se trata del destino o de una falta, pero que puede tratarse sobre todo de un sufrimiento del cual nadie ha podido hablar, que se ha buscado muchas veces a lo largo de los años la forma de expresarlo. Es por esto que las generaciones siguientes han estado de alguna manera bloqueadas alrededor del área del trauma originario, trauma que se repetía en la tentativa de estar más cerca de las emociones que habían quedado aprisionadas en el silencio.
Es entonces que Meg toma coraje y dice: « ¡Pero entonces, el aborto de tu hija es aún la misma historia que se repite!» (Fig. 3).

Fig. 3
Mary, la hija de Rose, también ha quedado encinta luego de una relación precaria, interrumpida a poco de iniciar el embarazo, y la misma vicisitud familiar no se ha repetido por la tercera vez, solamente porque la joven ha abortado. Siguiendo la regla familiar, este aborto ha permanecido en secreto no solo para el afuera de la familia, sino también para el ex marido de Rosa.
Mientras Meg busca un medio para señalar este último acontecimiento, de golpe Rosa rompe en lágrimas y se pregunta si esta sarta de acontecimientos dolorosos no podrá terminarse jamás.
Por primera vez Rosa se libera y habla de las humillaciones sufridas en su infancia, sin poder hablar con su madre, sobre todo después del casamiento con el padre de Meg. Rosa no pudo hablar con nadie jamás, puesto que la historia debía permanecer en secreto para todo el mundo, mismo para Meg.
Después de la muerte de este padre y de la madre, Rosa por primera vez se había sentido libre para decir la verdad a Meg, esperando compartir el pasado con la hermana. Pero la reacción de Meg le había hecho comprender que entre ellas no habían podido jamás ayudarse: Meg, en efecto, había tenido más oportunidad que ella al haber crecido con sus verdaderos padres.
Meg le responde: « ¡Yo he vivido la misma historia que mamá!. ¡Yo no creo haber tenido más oportunidad, sobre todo porque mis hijos están en tren de repetir mi historia, siendo excluidos, como yo, de un secreto que les concierne; Puede ser que yo no hubiera tenido necesidad de mentir!» (Fig. 4).

Fig. 4
Rosa abandona las entrevistas, diciendo que ha tenido la posibilidad de hablar de ella más de lo que jamás había esperado. Surge a continuación una fase de terapia individual, donde Meg trabaja en particular sobre el período de su primer embarazo y sobre su decisión de casarse dos años después.
Luego de algunos meses de terapia, Meg solicita hacer participar también a su marido de las entrevistas, puesto que ella está firmemente decidida a hablarles a sus hijos, tanto más cuando Alex continúa diciéndole a su hermano: «Yo he sido adoptado, puesto que no hay fotos con papá de cuando yo era pequeño». Según Meg, no es posible guardar una actitud pasiva en esta situación.
En una breve fase de entrevistas de pareja, el marido se muestra de hecho no disponible a develar la verdad a los dos hijos: él dice a Meg que ella está completamente loca en poner en peligro el equilibrio de su familia.
Él abre entonces una nueva problemática, durante la cual el terapeuta intenta ayudar a la señora a comprometer a su marido en la búsqueda de una modalidad para hablar con los hijos.
Un día Meg dice haber hablado con Alex durante el último fin de semana y que ella ha quedado atónita al ver que él no estaba absolutamente sorprendido: «Yo había comprendido, después de ver las fotos, que cuando yo era pequeño, papá no estaba»
Alex le pidió no decirle nada al hermanito, pero Meg no parecía estar, de aquí en adelante, dispuesta a vivir más en medio de secretos. Algunos días después, el segundo hijo es puesto al corriente de la verdad. El marido, muy disgustado con ella, decide la separación. La pareja es enviada a mediación.
Aún cuando es una situación difícil para ella y para los hijos, Meg parece ser capaz de hacer cosas autónomamente y dar la cara a los problemas, rehusando las viejas modalidades de disimulación.
Consideraciones teóricas
La complejidad de esta situación recuerda la noción de transmisión transgeneracional de«objetos no transformables» (R. Kaës, 1993). Estos objetos parecen haber tenido una «no inscripción» (D. W. Winnicott, 1974) es decir, parecen haber constituido una parte de vida no vivida y llamada por esto a ser vivida nuevamente, sin cesar, ya que las generaciones siguientes no pueden pensar sobre eso que ha sido vivido si no es posible pensarlo desde su comienzo.
Es éste un caso de transmisión transubjetiva, es decir de cosas que no han podido ser transmitidas al nivel simbólico por el pensamiento y la palabra (Kaës, R,1993) o un caso donde el pasaje a la confianza y la esperanza es imposible después de una falta vivida como imperdonable a través de las generaciones (V. Cigoli, 2005).
Es más, esta situación implica la repetición de un secreto. En las familias, hay secretos positivos (E. Imber-Black, 1993) que contribuyen a la distinción funcional entre los individuos y las generaciones. Pero en este caso, se trata de un secreto patógeno que da lugar a una confusión al nivel jerárquico de los vínculos familiares.
En la primera generación, el secreto es guardado para con la hija menor y liga de una forma disfuncional a la madre con la hija mayor. En la tercera generación el secreto es guardado contra el padre divorciado, excluyéndolo del conocimiento del embarazo de la hija y del aborto consecutivo.
En la segunda generación el secreto que excluía a los dos hijos parecía tener una finalidad: la de mantener la asimetría entre el marido en posición superior, omnipotente y generoso y la mujer, en posición sometida, culpable y necesitada de ayuda.
Consideraciones metodológicas
En principio, desde el punto de vista metodológico, se puede decir que un «setting que tiene una geometría variable» (M. L. Drigo, C. Monari, S. Taccani, 2005) puede ayudar a la individuación de los miembros de la familia y permitir a la gente distinguir los diferentes aspectos problemáticos que forman desde el inicio un nudo inextricable; se podrá así comprometer poco a poco a todos los individuos ligados en un vínculo relacional específico, ayudándolos a resolver los problemas en lo interno de un setting relacional apropiado.
En segundo lugar es importante subrayar que el develamiento del secreto no formaba parte del objetivo inicial de la terapia, puesto que el develamiento no es terapéutico en sí mismo (E. Imber-Black, 1993). Pero en un cierto punto de su trabajo, ello deviene una necesidad de la mujer.
El terapeuta intenta ayudarla en la búsqueda de una forma tolerable (ante todo por ella y por sus hijos) de develar su viejo secreto y de pautar las consecuencias del develamiento: es decir, la oposición del marido hasta la elección de pedir el divorcio.
Por último, es bueno subrayar la utilidad del empleo de un instrumento no verbal, por ejemplo un instrumento gráfico – proyectivo, en los momentos de estancamiento de la terapia, para superar las defensas que se habían estructurado a lo largo de los años.
Estos instrumentos pudieron facilitar la aparición de elementos preconscientes, los que hubieran necesitado mayor tiempo para aparecer al nivel verbal. Pero el empleo de estos instrumentos depende ya sea de la situación, o de las preferencias y del estilo personal del terapeuta, ya que no existe un único remedio para todas las situaciones y para todas las familias.
Traducción del francés Lic. Irma Morosini
BIBLIOGRAFÍA
Cigoli V., (2005) Di generazione in generazione. Trasmettere, tramandare, trasferire, in Nicolò A.M., Trapanese G. Quale psicoanalisi per la famiglia? Franco Angeli, Milano, 217-245.
Drigo M. L., Monari C., Taccani S., (2005), Coppie, famiglie e segreti transgenerazionali, A.M. Nicolò, G. Trapanese Quale psicoanalisi per la famiglia? Franco Angeli, Milano, 246-252.
Imber-Black E. (1993) Secrets in Families and Family Therapy, Norton, New York.
Kaës R., Faimberg H., Enriquez M., Baranes J.-J. (1993) Transmission de la vie psychique entre générations, Dunod, Paris.
Wachtel E. F. (1982) The Family Psyche Over Three Generation. The Genogram Revisited in Journal of Marital and Family Therapy , 8, 335-343.
Winnicott D.W. (1974), Fear of breakdown in International Review of Psychoanalysis, 1:103-107, trad. fr. La crainte de l’effondrement inNouvelle revue de psychanalyse 11, 1977, 35-44
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Resumen
El caso clínico aquí presentado muestra la coacción a repetir de un esquema relacional disfuncional durante tres generaciones: un embarazo fuera de una relación estable y el mantenimiento del secreto respecto a los orígenes del hijo.
La repetición del mismo esquema disfuncional durante tres generaciones emerge abiertamente a través del Genograma construido durante una fase de la terapia familiar. Desde un punto di vista teòrico, este caso muestra la gran influencia automàtica de la historia de las generaciones pasadas sobre las sucesivas, cuando no es posible expresar abiertamente el dolor que provoca cuanto ha sucedido en el pasado.
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Palabras clave
Repeticiòn- esquema disfuncional- transmisiòn transgeneracional
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Résumé
Le cas clinique ici présenté montre la coaction à répéter d’un pattern relationnel dysfonctionnel le long de trois générations: une grossesse au dehors d’une rélation stable et le maintien du secret regard à l’origine de l’enfant.
La répétition du meme pattern dysfonctionnel le long de trois générations, ressort clairement à travers le Génogramme construit pendant une phase de la thérapie familiale. Au point de vue théorique, ce cas montre la grande influence « automatique» de l’histoire des générations passées sur les suivantes, lorsqu’il n’est pas possible de mettre à thème et manifester ouvertément le chagrin rélatif à ce qui est arrivé dans le passé.
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Mots clé
Répétition- pattern dysfonctionnel- transmission transgénérationelle
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Summary
This vignette shows the compulsion to the repetition of a dysfunctional relational pattern across three generations: a pregnancy out of a marital relationship and keeping it secret.
The repetition of the same dysfunctional pattern through three generations emerges openly through the Genogram built during a step of the family psychotherapy.
From a theoretical point of view, this case shows the great automatic influence of the history of the past generations on the new one, when it was not possible to elaborate and to express openly the sorrow about what had happened.
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Key words
Repetition- dysfunctional pattern- transgenerational transmission
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Los elementos parciales del genograma de Meg y Rosa
Fig. 1
Fig. 2
Fig. 3
El genograma de Meg y Rosa
Fig.4
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Ondina Greco
Psychothérapeute de couple et famille, Service de Psychologie Clinique de couple et famille,
Université Catholique,via Nirone 15, 20123 Milano, Italia