En su última obra titulada: “El complejo fraterno”, René Kaës hace la distinción entre vínculo fraterno y complejo fraterno. Esta conceptualización abre una nueva perspectiva y nos permite abordar la clínica de lo fraterno desde otro ángulo más profundo y fructífero.
Voy a intentar poner esta teorización al servicio de una clínica de lo fraterno a partir de una cura individual que privilegia un enfoque grupal de los vínculos intersubjetivos familiares.
René Kaës parte de la siguiente definición: “La fratría es el conjunto de hijos de una pareja”.
El vínculo fraterno pone en juego las relaciones no solamente entre los hermanos y las hermanas, sino también entre sus diferentes complejos. El vínculo fraterno está organizado a nivel psíquico por el complejo fraterno, es decir, por las alianzas conscientes e inconscientes que mantienen unidos, como él lo dice, los elementos de la realidad psíquica del vínculo. Él recuerda que el complejo es un conjunto de elementos intrincados y combinados, un conjunto de representaciones inconscientes constituidas a partir de fantasmas y a partir de relaciones intersubjetivas.
El complejo fraterno designa “una organización fundamental de los deseos amorosos, narcisistas y objetales”. “La conflictividad es lo que caracteriza al complejo, tanto del lado intrapsíquico como del lado intersubjetivo entre los sujetos de un vínculo o de un grupo”.
Por mi parte, yo he distinguido los niveles de conflicto narcisista y edípico y he hablado de conflictividad en lo que concierne al conflicto entre los dos niveles, el narcisista y el edípico. El vínculo fraterno moviliza de modo privilegiado, la conflictividad entre los diferentes niveles de conflicto, como lo veremos en la clínica.
El autor agrega que en la forma arcaica (o primaria) del complejo fraterno la conflictividad adquiere la forma radical de antagonismo entre la vida y la muerte…
Para René Kaës, la estructura edípica esta incluida en el complejo fraterno. Escribe a propósito del complejo fraterno arcaico (o primario): “Existen numerosas modalidades de alianzas en la fratría: las de coalición del grupo contra los padres o contra uno de ellos, o contra un hermano o una hermana. Estas alianzas se inscriben la mayoría de las veces en el juego de las rivalidades; ellas se organizan dentro de la perspectiva de la realización o de la defensa contra la realización del fraticidio o bien, en la estructura edípica del complejo fraterno, orientadas hacia el parricidio o contra su realización”. Personalmente, puedo agregar que esas alianzas pueden estar orientadas hacia el “parenticidio”, pues mi clínica trata del matricidio fantaseado por la hermana. Ésta dice a mi paciente que ella ha matado a su madre, como su padre lo hubiese hecho, a pesar de que la madre ha tenido un cáncer; ahondaremos luego sobre este punto.
Presentación clínica
Mi paciente llega con cincuenta años después de siete años de análisis y pide un nuevo período de análisis. A pesar de no ser “psi” (psicóloga) tiene una buena cultura psicoanalítica; Edipo, ella lo admite intelectualmente, pero le cuesta ver y sentir lo que ésto pudiera hacerle vivir. Con ella, yo me encuentro en presencia de una imago materna vaga, casi impalpable, inaprensible, como inexistente y sin embargo, me trae desde las primeras sesiones un sueño: “Un bello paisaje ondulado con curvas agradables de ver y luego una extensión de agua tranquila y caliente, en la que ella entra con placer, algo muy sensual, ella se pone a nadar”. Me cuenta, asociando, que le encanta nadar, que siempre fue una buena nadadora, y más aún cuando ha pasado toda su infancia en un país caliente al borde del mar. “La madre (mère), digo yo, entonces qué inmensa confianza debe usted haber tenido en ella para sentirse aquí conmigo, entrar en análisis como usted entra en el agua, con tanta confianza, tal y como lo muestra el sueño”. Silencio. Dice entonces que ha pasado sesiones enteras silenciosa, bloqueada con su primer analista, que era un hombre, y que es verdad, que curiosamente aquí, ella habla, sus sesiones no las teme, las espera con impaciencia pues siempre tiene algo que decirme. Yo imaginé a su primer analista como bloqueado él también, delante de ese mutismo agresivo, sistemático y bien difícil de soportar, en la contra-transferencia.
Con ella, yo no me aburro nunca, curiosamente algo de la transferencia se juega de otra manera. ¿Qué pensar entonces? Yo soy una mujer, el otro era un hombre, ¿es esto suficiente? Como lo veremos, ésta no es sino una parte de la repuesta.
La idea que yo enuncio a principios del análisis de la confianza en la madre, le abre todo un campo nuevo de posibles representaciones, y es entonces cuando la violencia de las cuentas por arreglar con la madre, cuya censura había bloqueado todo retorno de lo reprimido, se libera, gracias a esta simple idea enunciada en el vínculo transfero/contra-transferencial. Esa madre va a tomar cuerpo, carne, forma y vida, con una gran riqueza sensorial, sensual, cultural y afectiva. A su madre le gustaba la música, los poemas, la literatura, ella la ve de nuevo, elegante saliendo con su padre al teatro y luciendo bellas joyas. Si el polo materno se reconstituye gracias a la cura, ella debería finalmente, acceder a la triangulación edípica.
Sin embargo se trata de otra cosa que va a develarse poco a poco, a partir de una desgarradora rivalidad con su hermana. Ella llora, se llena de ira, no comprende lo que la enferma, literalmente hablando, cuando su hermana no para de atacarla.
Esta nueva dimensión tiene para mí otra tonalidad que una “simple” rivalidad entre hermanos y hermanas, aunque ésta nunca es simple. Me transmite el sentimiento de no existir y de ya no poder respirar, de ya no vivir ante esta hermana a la que encuentra un poco loca. Ella ha pasado su vida intentando desesperadamente contener, retener, a través de defensas obsesivas bien estructuradas, toda la violencia y el odio que la mueve hacia esta hermana ; y luego, un día, hastiada de la guerra, va a dejar advenir, va a decir y además escribir a su hermana, todo lo que siente. “Es demasiado, eso explota y eso sale”, el “eso”, el “ello” por supuesto, lo pulsional, pero ¿de cuál pulsión se trata, de vida o de muerte?
Ella evoca entonces un recuerdo importante e impresionante, que aparece varias veces en su análisis, cada vez con mucha emoción; las primeras veces llora mucho pero poco a poco las cosas se presentan de otra manera. El recuerdo se relaciona con su hermana menor. Eran niñas y se habían peleado y pegado. Su hermana le había golpeado violentamente la cabeza en el lavabo del cuarto de baño. Ella había visto su sangre salpicar sobre el esmalte blanco del lavabo, lo cual la había impresionado mucho, la situación se presentaba como peligrosa para ella dada la violencia de los golpes repetidos.
Después de haber llorado su desgracia, como si la vida de esta pequeña niña hubiese estado en real peligro, retoma este episodio para hablar esta vez con cólera y rabia de su hermana, pues había tomado consciencia que este recuerdo podía desencadenar en ella un movimiento de odio salvaje hacia esta hermana. El último año del análisis evoca una escena muy violenta al borde de la piscina de la casa de campo familiar, durante la cual su hermana, muy alterada, le reprocha ser dominante, destructiva como su padre, agregando que él había matado a su madre (muerta de un cáncer), al igual que su tía, hermana del padre, había matado a su marido. “¿Y tu, a quién quieres matar?” le decía su hermana.
Ella le responde: “tu estás completamente loca”. Antes, ella se ponía a llorar cada vez que veía a su hermana, esta vez se quedó más calmada. Yo le he hecho ver que en el escenario propuesto por su hermana, ella había podido constatar que no había lugar para dos. Esta escena la había dejado con cierta certeza de que no había que librar la batalla. “Mi existencia es distinta de la suya. Era nuevo y muy fuerte, yo no tenía necesidad de luchar para estar segura de existir. Puede ser que cometí un error al decirle “tú estás completamente loca”, pero qué se le va a hacer. Se dijo que su hermana debía estar mal y que no debía pasarle nada. Teme su destructividad hacia su hermana, teniendo efectivamente, miedo de matarla.
Yo interpreto su violencia, la que considero como vital y fundamental, para decirle que al parecer no tiene elección, que no puede sino mostrarse violenta, con una violencia que no tiene nada de maldad, no calculada, sino una violencia que finalmente le da el sentimiento de existir delante de su hermana, y de intentar descargarse y liberarse de ella, de una vez por todas. Esta idea la calma.
Es verdad, ella no es intencionalmente mala, se siente escrupulosa y preocupada por la justicia, nunca ha gozado haciendo daño a nadie pero esta vez, es demasiado. Después de haber sido llevada al extremo, hacía falta que llegara al extremo. Ella tiene finalmente el sentimiento de existir frente al otro, siendo su conflicto de orden narcisista.
Se considera clásicamente que en el conflicto edípico la hermana esconde a la madre; yo me pongo a pensar que el conflicto narcisista violento con respecto a esta hermana corre el riesgo de revelarse igual de violento con respecto a la madre.
Otro recuerdo viene entonces. Ella estaba de vacaciones con sus hermanos y hermanas, sus padres debían encontrarlos en el lugar de vacaciones un domingo. En un bello día de verano el coche de los padres se recalienta al pasar por uno de los cuellos de la montaña, en el camino hacia el lugar de vacaciones de los niños. Los padres se paran y se retrasan. Ella no puede soportar esperarlos, imaginarlos en dificultad, pudiendo haber tenido un accidente, sin atreverse a decirse que ellos están tal vez heridos o muertos; de golpe la toma una fiebre, no se puede mantener en pie, se desmaya y es llevada a la enfermería donde pasará el resto del día. Los padres llegan, no la encuentran bien y se marchan tranquilamente para hacer un picnic con los otros hermanos y hermanas. Se encuentra entonces sola, abandonada, dejada, enferma, sufriendo en cuerpo y alma, con rabia de saber que tanto los padres como los otros niños están disfrutando.
Esta escena volverá con una gran compulsión a la repetición, por episodios somáticos, cada vez que se sienta dejada por el otro.
Podríamos pensar de nuevo que está celosa, que se siente excluida, envuelta en un conflicto edípico. Pero lo que dice de esta situación, a la que se referirá varias veces, es que la hiere profundamente. Se ve afectada y llora aún por haber sido tan fácilmente dejada por su madre y su padre, a los que ella esperaba con impaciencia. “cuánto valía yo a sus ojos para que ellos me hayan descuidado tanto, yo no existía para ellos, mientras que es conmigo que ellos deberían haber pasado el mayor tiempo, era yo la que más los necesitaba”.
Esto le recuerda lo que ella se dice a veces: “Si solamente yo hubiese podido ser hija única”. Ella siente vergüenza ante la idea de haber imaginado esto y de haber también deseado eliminar a los otros tres niños de su fratría. Que su madre no haya llegado a formularle palabras de consuelo, las que ella esperaba aquel día, le parece impensable. Vislumbra que habiendo visto a sus padres muertos en un accidente de coche, es ella quien proyectivamente los enviaba a la muerte, revelando así su propio movimiento violento hacia ellos.
Mi paciente olvida la sesión de comienzo en septiembre, y pasa la sesión siguiente llorando al hablar del entierro de Lady Di quien, al morir había abandonado a sus hijos. Yo interpreto su desasosiego y al mismo tiempo su cólera hacia su madre que la abandonó al morir, pero también hacia mí que acababa de dejarla durante las vacaciones, cólera que se habría expresado a través de su olvido. Habla entonces de su miedo a morir, de dejar a sus hijas y piensa que su ex-marido tomará el relevo como lo había hecho su padre después de la muerte de su madre, él quien crió solo a sus hijos.
En el otoño evoca la muerte de una prima, fallecida en noviembre, como su madre. Habla de nuevo en las siguientes sesiones de la muerte de su madre, que evoca repetidas veces, siempre con una gran emoción. Se acuerda que después de la muerte de su madre, su padre la había hecho venir para hablar con ella del futuro de su hermano pequeño, tomando en consideración su opinión y sus consejos. “Él me puso en el lugar de mi madre, como mi marido que de regreso me pidió conducir, colocándome en el lugar del conductor. Fue entonces cuando en una curva perdí el control del coche, dimos una vuelta que me pareció larga y durante la cual yo me dije que lo iba a matar”. ¿Por qué él la había puesto, como su padre, en un lugar que ella no quería? Dirá en otro momento: “A medida que los años pasaban yo tenía una relación de mejor calidad con mi padre, a quien yo intentaba borrar para no poner a mi madre celosa”, expresando así una identificación homosexual y narcisista.
Estos elementos de la clínica permiten distinguir lo que se refiere al conflicto edípico para despejar progresivamente el nivel de conflicto narcisista, existencial, fundamental en el surgimiento del narcisismo primario. Yo he trabajado en otro texto sobre lo que he llamado el encaje (emboîtement) de los dos niveles de conflictos, el conflicto narcisista subyacente como teniendo sus equivalentes en el conflicto edípico.
Esta paciente había sido deseada, esperada, amada desde su nacimiento. Los vecinos decían que sus padres habían estado tan contentos que habían festejado durante varios días y más aún por el hecho de que ellos se habían casado tarde y habían esperado largo tiempo la llegada de un hijo. Desde el principio, la relación con la madre se instaló en la confianza y el amor, ella había sido una niña bastante investida, además “la preferida del padre”, lo que manifestaba una investidura contra-edípica. El vínculo con la madre comportó una cierta intensidad y el vínculo con el padre es fuerte, bien vivo y estructurante. Su hermana menor vino a trastornar ese equilibrio de los vínculos en el grupo familiar. Para hacerse un lugar, su hermana se mostraba permanentemente seductora, excitante, provocadora, hablando de sexualidad sin pudor. Ella no lograba soportarla, y los padres no lograban tampoco contenerla. Esta hermana se sentaba en las piernas de todos los hombres que venían a la casa. Ella representaba así el polo libidinal y erotizado de la feminidad, y de la familia, mientras que mi paciente intentaba por todos los medios contener sus movimientos pulsionales, por temor a que éstos la desborden. Su hermana era un doble inverso, su contrario, su parte diabólica. Su organización edípica fracasaba en desplegarse y en lograr una buena resolución de ese nivel de conflicto, en la medida en que el nivel narcisista subyacente seguía en sufrimiento y contenía elementos residuales, no elaborables, alimentando el complejo fraterno arcaico (primario).
El trauma de la muerte de su madre, cuando ella tenía veinte años, vino a fracturar el aparato psíquico, produciendo una colisión entre la realidad y el fantasma edípico, el de guardar a su padre para ella sola, pero se trataba también de un evento traumático que venía a inscribirse en la repetición de situaciones precoces, vividas en el desamparo de haber sido dejada por su madre. Siendo la hija mayor, su padre no dejó de apoyarse en ella, como en un substituto de mujer, de esposa ante él, y de madre ante su hermano menor de quien ella debió ocuparse. El impacto de los eventos exteriores, de los accidentes de la vida, van a obstaculizar el buen desarrollo de la integración de los dos niveles de conflicto y van a mantener entonces una conflictividad interna. Lo edípico no puede resolverse sobre las bases y los fundamentos narcisistas ya que éstos se encuentran infiltrados de una violencia que se despierta en la más mínima ocasión de la vida actual. Ella se siente habitada por la violencia, no por una violencia agresiva, mal intencionada, maquiavélica, sádica, sino por una violencia necesaria, inevitable, que la desborda, la invade, la hace infeliz y que posee todas las características de la violencia fundamental de la cual habla J. Bergeret.
El conflicto subsiste entre lo narcisista y lo edípico, los dos niveles de conflicto se alimentan entre ellos, la resolución de uno se ve obstaculizada por el otro, las dos generaciones conflictivas co-existen y estorban mutuamente el avance hacia una resolución más feliz, hacia un compromiso más satisfactorio y hacia defensas más flexibles. El complejo de Edipo está sellado por el complejo fraterno, se trata entonces de sobrepasar uno para alcanzar la resolución del otro. Este será el objetivo analítico de este segundo período.
Las situaciones, las circunstancias exteriores, la naturaleza del vínculo con el otro, los juegos relacionales pueden actualizar el primer acto del drama edípico, el de la propia supervivencia, ante la menaza de muerte por el otro, por el simple hecho de que existe frente al sujeto, “el otro reconocido como hermana” dice R. Kaës. Su error es existir y por lo tanto su derecho, el de mi paciente, es el de defenderse, el de una legítima defensa psíquica que mata al otro para sobrevivir, sin ninguna otra alternativa. Matar al otro psíquicamente es matarlo en su imaginario, no simplemente haciendo “como si” como en el juego, gracias al imaginario, sino matándolo en el interior de su imaginario propio, para despejar el lugar que el sujeto necesita para pensarse a sí mismo y ya no ser pensado por el otro, para poder auto-representarse.
Este encaje de los dos niveles de conflicto, me lleva, por una parte, a intentar identificar los niveles de conflictualización narcisista subyacentes a los principales organizadores del conflicto edípico, y por otra parte a iniciar una reflexión esclarecida por la teorización de R. Kaës, relativa a la resolución del complejo edípico sobre las bases del complejo fraterno.
Lo fraterno ya no es pensado como un derivado de la rivalidad edípica sobre el hermano o la hermana en el lugar de los padres, sino como un conjunto grupal constitutivo de la organización psíquica sexuada, bi-sexuada, al origen de los vínculos amorosos, narcisistas y objetales. En resumen, lo fraterno como grupo interno es lo que permite en la realidad psíquica, el acceso al sujeto edípico.
Esta conceptualización es nueva, cambia la nuestra y abre campos de investigación que no podemos sino vislumbrar en referencia a otro avance en la teoría psicoanalítica.
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Palabras claves
Violencia, vinculo fraterno, complejo fraterno, rivalidad.
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Resumen
A partir de una clínica del vínculo fraternal en una cura individual, trabajo la dimensión de la violencia en el vínculo y el complejo fraternal.
La nueva teoría sobre el concepto de complejo fraternal elaborado por René Kaës, propone la diferencia entre el vínculo y el complejo fraterno. Esta clínica de la relación violenta entre dos hermanas, permite igualmente distinguir dos niveles de conflictos, del nivel narcisista al nivel edípico. Propongo la idea de que estos dos niveles de conflictos se encajan y permiten entender lo que es la Violencia Fundamental de la que habla J. Bergeret. Es también importante mostrar lo que está en juego del complejo fraternal, en un trabajo individual, que moviliza todos los complejos familiares y su dimensión grupal.
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Résumé
A partir d’une clinique du lien fraternel recueilli dans une cure individuelle sera travaillée la dimension de la violence dans le lien et le complexe fraternel.
La théorisation nouvelle du concept de complexe fraternel élaboré par René Kaës propose la différence entre lien et complexe fraternel. Cette clinique de la relation violente entre deux sœurs permet également de distinguer deux niveaux de conflits entre le conflit narcissique et le conflit oedipien. Je propose l’idée que ces deux niveaux de conflits sont emboîtés et qu’ils permettent bien de comprendre ce qu’est la Violence Fondamentale selon J. Bergeret. Il est également important de montrer ce qui est en jeu du complexe fraternel dans un travail individuel qui mobilise tous les complexes familiaux et leur dimension groupale.
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Summary
According to a clinic of fraternal link during an individual cure, I will work the violence in a fraternal link and fraternal complex.
The new theorical work about fraternal complex elaborated by René Kaës, proposes the difference between the fraternal link and the fraternal complex. This clinic of the violent relationship between two sisters helps us to distinguish two levels of conflicts from the narcissist to the edípica one. I make the proposal that those two levels of conflicts are like encased and help us to understand what is the Fundamental Violence whose speaks about J. Bergeret.
It is also important to show what is concerned about fraternal complex in an individual work, which mobilises all the familial complexes and their grupal dimension.
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Bibliografía
Bergeret J., La violence fondamentale, Dunod, Paris, 1984.
Jaitin R., Clinique de l’inceste fraternel, Dunod, Paris, 2006.
Kaës R., Le complexe fraternel, Dunod, Paris, 2008.