“En la empresa científica no debería haber espacio para el horror a lo nuevo. Por su carácter eternamente incompleto e insuficiente, la ciencia está condenada a confiar para su salud en nuevos descubrimientos y concepciones. A fin de no sufrir fáciles desengaños, hará bien en abroquelarse en el escepticismo y no aceptar nada nuevo que no haya resistido un riguroso examen. No obstante, en ocasiones este escepticismo exhibe dos caracteres insospechados.
Se pone rígido frente a lo nuevo que llega, en tanto tiene por sacrosanto a lo ya consabido y creído, contentándose con desestimar aquello, aún antes de someterlo a indagación…en la historia de la investigación científica las innovaciones tropezaron a menudo con una intensa y obstinada resistencia que luego se demostró injusta, porque la novedad era valiosa y sustantiva”
(Freud, S. 1924)

 

El duelo por la muerte trágica de una hija es un sufrimiento difícil de elaborar por sus padres y requiere de ambos un trabajo psíquico de elaboración, historización y reapuntalamiento psíquico. Un tratamiento psicoanalítico de la pareja les proporciona un espacio continente, intersubjetivo e interpretativo que posibilita y favorece el proceso de elaboración del duelo por la pérdida y la posibilidad de reelaborar sus proyectos identificatorios, tanto individuales como el de pareja.

 

Algunas precisiones de orden teórico

El duelo

Según S. Freud (1915-17) El duelo es un proceso doloroso normal que se produce ante la pérdida en la realidad de un objeto deseado, amado, o de una abstracción como la patria, la libertad, un ideal etcétera. Hay un talante dolido, con pérdida del interés por el mundo exterior, de la capacidad de amar y trabajar. También se incrementa la añoranza del objeto perdido. Se produce una introversión libidinal que catectiza prevalentemente el objeto perdido y los recuerdos con él relacionados (Valls J. L. 2009). Es un proceso afectivo que dura un tiempo prolongado, durante el cual el dolor se va mitigando, catectizándose otros objetos y una desligadura del objeto perdido.

 

El trabajo de historización

Piera Aulagnier (1984), plantea que la función del Yo es construir una historia libidinal para volver aceptables y razonables las exigencias de las duras realidades del mundo exterior y también del mundo psíquico ignoto de él mismo. El psicoanalista de pareja es un historiador en busca de comprender las causalidades de los sufrimientos psíquicos de sus pacientes. Ambos, desde mi punto de vista, contribuyen en un proceso analítico a la elaboración de los sufrimientos y duelos sufridos por los integrantes de la pareja parental.

 

Algunas particularidades del duelo por pérdida de un hijo

El duelo por la pérdida de un hijo tiene ciertas características peculiares, más allá de las características personales de la persona que lo sufre.

Las palabras viudo o viuda designan al que sobrevive a la pérdida de su cónyuge; en cambio no existe nominación para la persona que perdió a su hijo, posiblemente por ser un tema tabú al no tener que ser nombrado para evitar que suceda lo temido. Sólo en el idioma hebreo existe la palabra shjol que designa a la persona que perdió a su hijo (Roitman 2002).

La muerte de un hijo produce un vacío y una ruptura en la creencia en los padres en la inmortalidad del Yo y en la continuidad de las generaciones; provocando, en ellos, un quebranto en la investidura de un futuro, a partir del deceso de su hijo, el cual fue previamente catectizado por los deseos narcisistas irrealizados de los padres, produciendo un menoscabo en sus propios proyectos identificatorios. (Freud 1914).

El dolor de este duelo (no es patológico), pues no imposibilita vivir ni es constante y su intensidad disminuye con el tiempo. “tiene una particularidad: cuando aparece el recuerdo, éste se vuelve doloroso muy rápidamente” (Roitman 2002), Es un dolor puntual, que persiste a lo largo del tiempo pues reaparece con la emergencia del recuerdo de la pérdida del hijo.

Los padres pierden, no solamente, el pasado afectivo en común que tenían con él, sino lo que potencialmente el hijo podría haberles brindado, si hubiera vivido, y esta es una diferencia fundamental con respecto a otros duelos.

 

El proyecto identificatorio en los padres

Piera Aulagnier (1994) plantea que el sujeto define para él y para los otros su anhelo identificatorio o sea su “ideal”, El proyecto identificatorio es un proyecto temporal, un modelado de una imagen ideal que el Sujeto se propone para sí mismo, por lo tanto elige objetos que serán investidos libidinalmente por el Yo, gestando cambios en sus proyectos, con los cuales el sujeto se ha identificado. El proyecto identificatorio se concreta en realizaciones simbólicas sublimatorias (escritura, arte, juegos etcétera) y en vínculos que establece para la realización de sus deseos. Este proyecto y su realización le dan un sentido a la vida de cada persona.

El proyecto identificatorio de cada sujeto está atravesado, en cierta medida, por la historia de las generaciones precedentes, que le fueron transmitidas a través de sus padres desde su nacimiento, y también determinado por las historias de los sucesos familiares que han incidido en él a lo largo de su vida. (Lo veremos en la ejemplificación clínica).

Las historias de las familias de cada uno de los padres y la elaboración, efectuada por ellos, de los duelos y sufrimientos del pasado histórico familiar (anteriores a la muerte del hijo) posibilitan y predisponen por ser un material de producción simbólica que está disponible en el psiquismo de los padres, la elaboración del duelo actual por la pérdida del hijo, posibilitando el reapuntalamiento psíquico de los padres en los vínculos familiares y sociales como así también redefinir los proyectos identificatorios de cada uno.

 

El apuntalamiento psíquico y el espacio continente del psicoanálisis vincular

René Kaës (1984) plantea que en las situaciones de crisis (evolutivas, duelos etc.), de ruptura con un grupo de pertenencia (tanto familiar como grupal), se pueden afectar los núcleos más básicos de nuestra identidad personal.

El psiquismo se apoya en el grupo, las instituciones y en primer lugar en las formas más inmediatas y cargadas de significación o sea la familia y la madre.

El apuntalamiento tiene como características el ser múltiple, reticular, mutuo y crítico. Es de remarcar que al ser mutuo el apuntalamiento, los hijos se apoyan en los padres y los padres se apuntalan en los hijos, pudiendo incluir el apuntalamiento mutuo que se genera en la relación entre los abuelos y los nietos.

Las crisis (Kaës 1979) colocan al psiquismo ante una vivencia de desamparo (hilfolsikleit), de desapuntalamiento psíquico; en la medida en que se pueda generar un espacio continente, transicional, de creatividad, se posibilitan los procesos de transcripción y de elaboración de las crisis. Por lo tanto el dispositivo psicoanalítico familiar y de pareja son espacios posibles de reapuntalamiento psíquico de sus integrantes, de elaboración y creatividad.

Según Evelyn Granjon (2007), al incluir una familia en un tratamiento psicoanalítico y enunciar el proyecto terapéutico por parte del o los psicoanalistas se configura un momento fundador. El neo-grupo constituido por los miembros de la familia y los psicoanalistas ofrece un lugar de apoyo y continencia para la transformación de los sufrimientos en los vínculos familiares. En este dispositivo estable y fijo se despliega la cadena asociativa familiar/grupal (Kaës 1994) que en el trabajo asociativo familiar de poner en palabras posibilita la elaboración de los sufrimientos familiares. Pienso, por mi parte, que se puede aplicar el modelo del neo-grupo familiar al dispositivo psicoanalítico de pareja.

 

El secreto familiar

Los secretos renegados (Kaës, 1993) en la familia corresponden a sufrimientos y duelos que no han sido elaborados, tanto en la misma generación como en las generaciones precedentes (Tisseron S, 1995), pueden producir efectos traumáticos en sus miembros y requieren de un espacio intersubjetivo para ser develados. El dispositivo psicoanalítico vincular posibilita su develamiento y su procesamiento psíquico. (No me extenderé en el desarrollo de este importante tema por razones de espacio).

 

Una pareja de padres en sufrimiento por la muerte de su hija

Una pareja de padres me consultaron, ambos de unos 70 años de edad, quienes habían perdido trágicamente a su hija Lorena, dos meses antes en un accidente automovilístico, al regresar de sus vacaciones invernales, conduciendo su auto en un camino montañoso congelado al sur de la Argentina. Lorena viajaba con sus dos hijos adolescentes que milagrosamente se salvaron.

Desde el comienzo de las sesiones establecieron un vínculo transferencial positivo conmigo por ciertas afinidades en base a mi apellido. En las primeras semanas del tratamiento, además de relatar el accidente, sus motivos de preocupación era poder ver a sus nietos, pues el yerno (que estaba separado desde hace unos años de la madre) no permitía que los abuelos estuvieran con sus nietos ni que fueran al colegio para poder verlos. Me relataron diversos episodios de maltrato del padre de sus nietos con ellos y con la madre de los chicos, temían que el yerno por sus necesidades económicas pudiera disponer de la casa donde ellos vivían.

Pienso que en el espacio inaugural transfero-contratransferencial de la sesión la transferencia positiva se ubicaba en mí como analista y en el neo-grupo que constituíamos entre los tres y la transferencia negativa (Bejarano 1972) se desplazaba al yerno, o sea se colocaba el objeto malo afuera y esto paradójicamente facilitaba la conformación del espacio terapéutico como un continente.

Es de remarcar que tenían una buena relación afectiva con sus nietos y que los fines de semana su hija Mariela y sus nietos disfrutaban de una casa de fin de semana con ellos.

Tienen otra hija casada, que también tiene dos hijos, la cual desempeña junto con su esposo un papel de apoyo afectivo para esta pareja. Ella podía conversar con el cuñado (padre de los chicos) para establecer encuentros con los dos nietos, de esta manera ellos podían ver a sus nietos. Sus dos hijas, por ser profesionales universitarias y una de ellas con un cargo electivo político cumplían para estos padres sus ideales narcisistas puestos en ellas.

En las primeras semanas las sesiones de psicoanálisis de pareja se convirtieron en un espacio de descarga afectiva y de reapuntalamiento psíquico de ambos. Claudia se mostraba más racional y no expresaba sus sentimientos, en cambio, Fernando cada vez que hablaba lloraba mostrando su dolor por la pérdida de su hija y su odio a su ex yerno por las restricciones que tenía con sus nietos a los cuales les impedía poder verlos.

Fernando se había jubilado hace unos años y se dedicaba a cuidar a sus nietos y las tareas hogareñas. En cambio Claudia ocupaba su tiempo en la docencia, mostrando su interés en la escritura.

La preocupación por no poder ver y cuidar a sus nietos se fue atenuando en la medida que el padre (al tener necesidad de estar con su novia) fue permitiendo que los abuelos pudieran pasar los fines de semana con ellos.

En una de las sesiones de pareja Claudia comienza a relatar una historia acerca de sus orígenes familiares diciendo que no había conocido a su padre.

Relata que no recordaba nada acerca del lugar de su nacimiento y del viaje a Buenos Aires a los 3 años de edad; su madre se embarcó con ella desde Vigo en la Galicia natal para ir vivir a la Argentina donde tenía parientes.

Llevó el apellido de su madre hasta que ella se casó con un señor que le dio su apellido.

Claudia se enteró del cambio en el aula del colegio en tercer grado cuando la maestra comunicó que tenía otro apellido. Su madre nunca le habló acerca de su historia y de cuál fue el motivo de su viaje para vivir a Buenos Aires.

Una tía materna le contó la verdad, le dijo quién era su padre y le contó que su madre y su padre estaban enamorados y que había quedado embarazada de ella pero no se pudieron casar por la oposición de ambas familias, fundamentalmente de sus abuelos maternos, que no aceptaron los arreglos económicos matrimoniales.

Cuando Claudia tenía tres años la madre vio al padre de la mano de otra mujer y por eso decidió marcharse. Relata Claudia que sufrió humillaciones y maltratos en su casa con su madre y su padrastro, y en cambio la escuela era el lugar de libertad y de reconocimiento, se escapaba de los sufrimientos leyendo. Luego de una operación quirúrgica importante, a los 40 años, decide viajar para conocer a su padre, se ven y se abrazan con mucho afecto, viajó varias veces, conoció a la familia de su padre y a sus hermanastros con los cuales estableció un vínculo fraterno. El padre la reconoció como su hija, públicamente ante un escribano, cambió por lo tanto su apellido.

Hace dos años recibió un llamado de su hermana diciéndole que su padre estaba muy grave y que viajara para despedirlo, al llegar había muerto, y la habían esperado para el velatorio. La familia y el párroco, por ser la hija mayor, le pidieron que leyera la biblia sobre la resurrección, fue un momento emocionalmente intenso para Claudia pues le dieron un lugar simbólico en la familia.

El reencuentro con su progenitor y ser aceptada como miembro de la familia, le permitieron recuperar su identidad y sus vínculos familiares originarios. Al contar esta historia en sesión le posibilitaba procesar el duelo por su hija. El espacio de la sesión se vuelve un espacio contenedor y de elaboración psíquica.

Meses después relata que la habían jubilado como profesora, y que va a publicar un libro de cuentos y continuar su actividad en la comunidad gallega. Sin embargo su relato es racional y poco afectivo a diferencia del de su esposo.

En cuanto a Fernando, de origen madrileño, relata que tiene familiares en Madrid, y que su bisabuelo había sido secuestrado por los franquistas en la guerra civil española y recientemente pudieron identificar por el ADN su identidad. Piensan viajar a ver a sus respectivas familias y Fernando ir al cementerio donde está enterrado su bisabuelo.

Fernando menciona que no sabía qué hacer en su casa salvo sufrir, decide concurrir a un centro de jubilados, en las actividades establece vínculos de amistad grupales que lo contienen.

En una de las últimas sesiones Claudia me plantea una consulta, me dice que tres días antes del accidente de su hija tenía que operarse de unos nódulos cancerígenos de la tiroides, lo postergó a pedido de Mariela quien quería viajar desde Bariloche para estar presente en la operación. Con motivo de su muerte, el mismo día de la operación, la suspendió y ahora le han dicho que no la postergue más, me dice que teme que luego de la operación, por la falta de la hormona tiroidea, va a estar deprimida y no sabe si operarse este año o el próximo con el riesgo consiguiente.

Le interpreto que la causal de su posible depresión postquirúrgica, no es la falta de la hormona, pues la falta hormonal y la depresión ya la tienen por la pérdida de su hija. Al escucharme por primera vez llora en la sesión. Fernando asiente y comparte mi interpretación. Pienso que, en este espacio contenedor y de envoltura de la sesión, puede comenzar a llorar y elaborar el duelo por su hija y poder empezar a pensar en cuidarse a sí misma.

 

Dr. Ezequiel A. Jaroslavsky

Miembro titular Asociación Psicoanalítica Argentina (IPA), Miembro titular y del Comité Científico de la Asociación Internacional de Psicoanalistas de Familia y Pareja (AIPPF). 
ejaroslavsky@gmail.com

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Bibliografía

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Aulagnier P. (1984), El aprendiz de historiador y el maestro brujo, Amorrortu Editores, 1986, Buenos Aires.

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Valls J. L. (2009), Duelo, en Diccionario freudiano, Gaby ediciones, 2009, Buenos Aires.

 

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Resumen

El duelo por la muerte trágica de una hija es un sufrimiento difícil de elaborar por una pareja de padres. Este duelo se incrementa, si además, tienen dificultades para poder ver, cuidar y apuntalar a sus nietos. Por otra parte están en una situación de crisis por su retiro jubilatorio. Esta sucesión de hechos requiere por parte de ellos redefinir sus proyectos de vida.

El espacio continente y elaborativo que proporciona el tratamiento psicoanalítico de la pareja posibilita que reapuntalen su psiquismo en el espacio transfero-contratransferencial de la sesiones con el analista. Además contar sus respectivas historias familiares les posibilitó la tarea del trabajo de historización de sus duelos.

Adquiere importancia, durante el tratamiento, revivir, contar e historizar, sus respectivas historias conflictivas familiares, pues el trabajo psíquico que cada uno efectuó con sus familias de origen y cómo resolvieron sus duelos en el pasado, les sirve como modelo para utilizar esta experiencia y así poder trabajar sus sufrimientos actuales.

Se ilustrará con viñetas clínicas

Palabras Claves:

Duelo por la muerte de una hija – Crisis de pareja – Historización – Transmisión generacional – Trabajo elaborativo de la pareja.

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Resumé

Le deuil de la mort tragique d’une fille est une souffrance difficile à élaborer pour un couple de parents. Ce deuil s’agrandit si, de plus, ces parents ont des difficultés pour accéder à leurs petits-fils, en prendre soin et les soutenir. D’un autre côté, ils sont eux-mêmes en situation de crise à la suite de la prise de leur retraite. Cette succession d’événements requiert de leur part une redéfinition de leurs projets de vie.

L’espace de contenance et d’élaboration que leur fournit le traitement psychanalytique de couple rend possible l’étayage de leur psychisme dans l’espace transféro-contretransférentiel des séances avec l’analyste. De plus raconter leurs histoires familiales respectives leur a rendu possible la tâche du travail d’historisation de leurs deuils.

Revivre, raconter et historiciser leurs histoires conflictuelles familiales respectives acquiert de l’importance pendant le traitement, puisque le travail psychique que chacun a fait en rapport avec sa famille d’origine et la façon dont il a, dans le passé, résolu ses deuils, sert de modèle au couple pour utiliser cette expérience et ainsi pouvoir travailler leurs souffrances actuelles. Nous illustrerons ce cas par des vignettes cliniques.

Mots clés

Deuil de la mort d’une fille – crise de couple – historisation – transmission générationnelle – travail d’élaboration de couple.

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Abstract

The mourning for the tragic death of a daughter is a difficult suffering to be elaborated by a couple of parents. This mourning increases, if in addition, they have difficulties to be able to see, take care of and support their grandchildren. What´s more, they are in a crisis situation due to their retirement. This succession of events requires their redefinition of their life projects.

The supportive and elaborative space provided by the psychoanalytic treatment of the couple enables them to restrengthen their psychism in the transference-countertransferential space of the sessions with the analyst.

In addition, telling their respective family histories made the task of historicizing their mournings possible.

During the treatment, to relive, tell and historicize their respective family conflicted histories gain importance, as the psychic work that each one carried out with their families of origin and how they solved their mournings in the past, is useful as a model to use this experience and thus be able to work on their current sufferings.

It will be illustrated with clinical vignettes.

 

Keywords

Mourning for the death of a daughter – Crisis of couple – historisation – Generational transmission – Elaborative work of the couple