Tristeza, infinita tristeza es lo que sentí al enterarme del fallecimiento de Silvia Bleichmar, fue una gran pérdida para los que la conocíamos y disfrutábamos de leerla y escucharla.

La había invitado, y ella había aceptado, a ser miembro del Comité Científico de la Revista Psicoanálisis e Intersubjetividad y estábamos en tratativas para publicar un artículo suyo. Era una psicoanalista e intelectual comprometida y preocupada por los problemas de la sociedad y más precisamente por los momentos traumáticos vividos en la Argentina.

Desde el psicoanálisis le interesó entre otros tópicos, además de sus libros sobre el psiquismo infantil, repensar aquellos aspectos de la teoría que requerían ser reconceptualizados por los cambios determinados por la misma evolución del psicoanálisis y de la sociedad. Era en este sentido para mí un ejemplo ético con el cual se puede identificar un psicoanalista.

La conocí en Buenos Aires cuando ella retornó de su exilio, con el inicio de la democracia en la Argentina, en ese momento yo dirigía la revista de psicoanálisis de la Asociación Escuela Argentina de Psicoterapia para Graduados y la invitamos por sus conocimientos del psicoanálisis infantil a participar de una mesa redonda para ser publicada en un número especial dedicado al psicoanálisis de niños de dicha revista, viéndola discutir con otros colegas con su profundo conocimiento y la riqueza de su lenguaje era un placer intelectual escucharla y leerla. Me regaló la colección de la revista Trabajo del Psicoanálisis que ella creó con su esposo Carlos en México, lugar de su exilio, donde nos acercaba traducidos textos de psicoanalistas franceses a los cuales no teníamos acceso habitualmente, como así también de psicoanalistas latinoamericanos y argentinos, leer dichos textos era un placer. Es de consignar que tradujo al castellano gran parte de la obra de J. Laplanche, del cual ella fue discípula cuando hizo su Doctorado en la Sorbonne.

La recuerdo todavía, como si fuera ayer, en ocasión de un Simposium en Montevideo en el cual ambos participábamos, almorzando el chivito uruguayo con ella, su esposo Carlos que la acompañaba, y varios colegas uruguayos, contando anécdotas de su vida.

Luego la invité a participar  en el año 2005 como panelista en un espacio de intercambio de ideas, desde diferentes perspectivas psicoanalíticas, que habíamos creado en la Asociación Psicoanalítica Argentina, siendo el titulo de dicho panel  Lo Originario en Psicoanálisis, tema sobre el cual ella había escrito varios libros entre otros  Los orígenes del sujeto psíquico. En esta ocasión Silvia estuvo junto con Leonardo Peskin a quien habíamos invitado pues él también había publicado un libro sobre lo Originario desde una perspectiva lacaniana, y ella nos deslumbró por la riqueza de sus planteos, su exquisito lenguaje y su energía puesta en juego.

Estos recuerdos imborrables que tengo de ella y que vuelven a la luz al escribir este texto, hacen al titulo de este texto homenaje.

 

Ezequiel A Jaroslavsky